Peris +Toral Arquitectes desde su despacho de Barcelona, retroalimentan la práctica con una investigación continuada en los ámbitos de la vivienda pública colectiva y el espacio urbano, bajo una línea de pensamiento que sitúa al individuo como centro de la acción y al arquitecto como agente social. Marta Peris y José Toral sugieren escenarios en los que el usuario toma el relevo de habitar y aspiran a replantear los estándares del programa para dar respuesta a las formas de habitar que la sociedad precisa en cada momento.

«La sostenibilidad es el principal valor que comparten nuestros proyectos»

 

¿Qué os llamó la atención de la arquitectura para hacer de ella vuestra profesión?
Marta de pequeña acompañaba a sus padres a visitar casas, pues andaban buscando una nueva vivienda. No tenían una idea preconcebida, así que se abrió ante ella un abanico de distintos modos de vida. Cuando entraba en un espacio se imaginaba viviendo allí. Al momento, les sorprendía proponiendo cambios, como abrir ventanas interiores o tirar paredes para comunicar espacios. Esa intensa temporada dejó huella en ella: su pasión por la casa y el habitar.
Jose dudaba entre matemáticas y arquitectura, finalmente, dedicarse a una profesión que se materializa en algo físico es lo que le decantó.

¿Cómo se cruzan los caminos?
Ambos estudiamos en la ETSAB de Barcelona, allí nos conocimos.

En 2005 fundáis Peris+Toral Arquitectes ¿qué caracteriza vuestro enfoque?
El despacho intenta investigar sobre nuevas maneras de habitar con tipologías que se ajusten mejor a las necesidades del siglo XXI, pero también se preocupa de hacerlo con nuevas maneras de construir que sean capaces de responder al contexto de emergencia energética y climática en el que estamos

Vuestra obra se concentra especialmente en el ámbito de la vivienda colectiva y del espacio urbano. ¿Qué valores comunes comparten vuestros proyectos?
La sostenibilidad es el principal valor que comparten nuestros proyectos. Nosotros entendemos la sostenibilidad de manera integral y nos interesan todas aquellas estrategias que nos aporten a la vez sostenibilidad social, ambiental y económica.

¿Cómo lográis desde la arquitectura transformar los estándares de la vivienda para responder a las nuevas necesidades y formas de habitar de la sociedad?
Compartir a distintas escalas dentro del edificio constituye para nosotros un modelo de sostenibilidad social no solo porque optimiza recursos y costes, sino porque fomenta las relaciones humanas fuera de la unidad familiar. Reducir es para nosotros la estrategia más importante para ser sostenible y por ejemplo, en el caso de una cocina compartida se reduce el impacto ambiental con menos electrodomésticos y residuos de aparatos eléctricos y electrónicos por habitante, a la vez que la interacción entre habitantes puede mitigar la soledad, esa otra pandemia que acecha nuestra sociedad, invisibilizada en el interior doméstico.

¿Los concursos públicos y las normativas tienen la flexibilidad necesaria para incorporar las innovaciones en vivienda que se necesitan hoy en día?
A nuestro entender, la vivienda promovida por la Administración debe ser ejemplar. La Administración debe liderar y marcar el camino hacia el que debe dirigirse la vivienda, comprender cuáles son las problemáticas y necesidades de la sociedad, más allá del mercado inmobiliario. Tratamos de acceder a encargos a través de concursos públicos donde las propias bases de los concursos de algunas Administraciones plantean retos sociales y medioambientales que fomentan la investigación sobre el habitar. La normativa ha de evolucionar para permitir evolucionar la vivienda, sobre todo en las maneras de compartir.

Uno de vuestras últimas promociones residenciales es el residencial de 85 viviendas sociales en Cornellà de Llobregat. ¿En qué ha consistido?
El proyecto parte de la idea de flexibilidad de la casa japonesa, donde las habitaciones no se nombran por su uso sino por su dimensión. Para nosotros la clave de la flexibilidad está en una superficie mínima de unos trece metros cuadrados que corresponde a la habitación de ocho tatamis de 360 cm x 360 cm, y en igualar la superficie de todas las habitaciones, desjerarquizando la casa. En este caso, se consigue más flexibilidad con menos tipos de habitaciones. La dimensión de las habitaciones nos llevó a plantear la estructura del edificio con madera.

85 Viviendas Sociales en Cornellà del Llobregat (Barcelona). Fotos: José Hevia

En el ámbito del paisajismo y espacio público, ¿cuáles son los objetivos que os marcáis a la hora de situar a las personas en el centro?
Para nosotros el espacio público es el lugar social por excelencia, por ejemplo acabamos de entregar el proyecto de la plaza del Canódromo en Barcelona, donde hemos propuesto una canopia que haga de refugio climático capaz de bajar la temperatura en 3-4ºC, también se incorporan espacios de refresco y espacios multijuegos inclusivos. Las especies se han elegido para fomentar la biodiversidad.

¿Hacia dónde consideráis que debería dirigirse la transformación de las ciudades?
Compartir más cambiará mucho la forma de habitar, nuestras viviendas pasarán a tener menos espacios privativos y más compartidos. De hecho, se va a compartir a diferentes escalas y la vivienda pasará a estar dispersa en el edificio. También creemos que habrá una re-naturalización en los edificios que mejorará los espacios intermedios, generando atmósferas que nos reconecten con la naturaleza. Por otro lado, las nuevas tecnologías tendrán un impacto sobre el habitar. Pues con la incorporación de la realidad aumentada y realidades mixtas, elementos reales y virtuales interaccionarán en tiempo real y en tres dimensiones, integrándose en el entorno real, superponiendo una capa de información digital que reconfigurará el espacio inmediato y afectará a nuestra manera de habitar: desde cambiar nuestra idea de intimidad, hasta cambiar la manera de apropiarse del espacio.

¿En qué proyectos estáis trabajando actualmente?
Estamos construyendo tres proyectos de vivienda pública, dos en Barcelona y uno en Ibiza, que utilizan atrios como estrategia ambiental y social. Esponjamos los edificios entendiendo que este vacío es activo energética y socialmente. Este esponjamiento se proyecta con la misma intensidad que lo construido, pero con otras leyes que obedecen tanto a la termodinámica como a la componente social. También tenemos obras de Masnou y Son Servera (Mallorca) donde generamos espacios intermedios, plazas de acceso, como medida social que fomenta las relaciones entre las personas y el uso de lo común, mientras la estrategia energética se implementa a escala de vivienda a través de captadores.

Por otro lado, los sistemas estructurales y constructivos cambian en función del clima y de la manera de habitar que planteamos. En Ibiza y Mallorca estamos construyendo con muros de carga porque buscamos la máxima inercia para su adaptación al clima del verano. En el caso de Ibiza, la tipología de 3,20 metros de crujía nos ha permitido construir con muros de BTC, que además nos ayuda a regular la humedad del ambiente. Existe también una preocupación acerca del confort y de la salud. En una de las obras de Barcelona estamos trabajando con luces de diez metros de hormigón para permitir diferentes distribuciones y modos de habitar. En otra situada en el distrito 22@ estamos optimizando el hormigón a través del uso de la geometría que permite la prefabricación. Para nosotros cada proyecto es una investigación a todos los niveles.

54 Viviendas Sociales en Bon Pastor (Barcelona). Foto: José Hevia

54 Viviendas Sociales en Bon Pastor (Barcelona). Foto: José Hevia

54 Viviendas Sociales en Borrassà (Barcelona) Foto: José Hevia

54 Viviendas Sociales en Borrassà (Barcelona). Foto: José Hevia