Maria Giramé (1987) y Pau Bajet (1988) fundaron Bajet Giramé en Barcelona en 2017, tras trabajar como arquitectos para David Chipperfield Architects en Londres. El estudio es una plataforma colaborativa que desarrolla una amplia gama de proyectos junto a una gran diversidad de socios, consultores, colaboradores y clientes. Los proyectos actuales incluyen la curaduría del Congreso Mundial de Arquitectos UIA 2026 en Barcelona, 72 viviendas sociales en El Prat de Llobregat; 83 viviendas sociales para personas mayores, una residencia de ancianos y un centro comunitario de distrito para el Ayuntamiento de Barcelona; un camping rural de 2 hectáreas cerca del delta del río Ebro; una expansión urbana de 27 hectáreas para el municipio de Alcanar; así como varios proyectos de rehabilitación de espacios domésticos y oficinas.
¿Qué os atrajo de la arquitectura para querer hacer de ella vuestra profesión?
Maria: Toda mi infancia tuve contacto diario con un despacho de arquitectura. Pasaba horas haciendo los deberes allí, utilizando los libros del despacho en momentos de descanso. Al tener que decidir mi camino, me llamó el impacto en la sociedad del entorno construido y no construido, en su calidad de vida, en su estética y repercusiones para todas las personas.
Pau: En mi caso creo que fue el dibujo. Sin arquitectos en mi entorno, desde muy pequeño decía que quería serlo, según cuentan en mi familia, porque una profesora de parvulario me convenció de ello. Recuerdo mejor, sobre los diez años, pasar horas dibujando planos de casas: pienso que me fascinaba la relación entre el trazo de espacios y el modo en estos podrían ser habitados; ¡algo que aún ahora trato de entender!
Os conocisteis en la carrera y posteriormente os trasladasteis a Londres donde ambos trabajasteis para David Chipperfield Architects. ¿Qué os llevó a formar tándem? Nuestro estudio es el resultado de un camino compartido entre una pareja que estudia, trabaja y vive junta, cuidando también de una hija; sin duda diluyendo los límites tradicionales entre producción y reproducción. Esta relación comenzó en la Escuela de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), entre viajes de estudiantes, noches de entregas y alguna que otra fiesta. Continuó en Londres, trabajando como arquitectos en el estudio de Chipperfield, donde compartimos amistad con talentosos colegas de toda Europa. El regreso a Barcelona en 2017 coincidió con oportunidades en la universidad, investigación y en el ámbito profesional, lo que resultó en el inicio de Bajet Giramé.
Establecéis en Barcelona vuestro estudio en 2017 a modo de plataforma colaborativa para un amplio rango de proyectos diversos. En estos siete años de actividad, ¿qué estrategias mantenéis desde el inicio y en qué habéis evolucionado?
Desde un principio, hemos mantenido una estrategia centrada en la colaboración interdisciplinaria y en la adaptación a las particularidades de cada proyecto. Desde el principio, nos ha interesado explorar las relaciones entre lo concreto y lo incierto, conectando infraestructura, ecología y poética espacial. Con el tiempo, hemos tratado de explorar nuevas formas de expresión tectónica, mezclando industrialización y técnicas vernáculas. El diseño de una cocina en “Blurring 2 Attics”, mediante tubulares cortados en laser y ensamblados mediante encajes, es un ejemplo de ello. En el proyecto “Alfacs” hemos apostado por bloques prefabricados de tierra compactada, activando aspectos vinculados a sus cualidades micro-climáticas, además de ser un sistema constructivo de mínima huella ecológica.
Consideráis la arquitectura como un catalizador de posibilidades inesperadas de disfrute. ¿A qué os referís con este leit motiv y cómo lográis que suceda?
Tomamos el término catalizador prestado de la química. Un catalizador es una substancia que estimula la transformación de otra al entrar en contacto con ella y, sin embargo, sobrevive dicho proceso; perdura. Esa idea, que la arquitectura puede ejercer como infraestructura duradera, estimulando el modo de habitar, apropiar, transformar y disfrutar espacios nos parece fascinante. Nuestro objetivo es que los espacios no sólo cumplan sus funciones, sino que también ofrezcan experiencias placenteras y memorables, sorprendiendo a quienes los ocupan y elevando el disfrute de su entorno.
Alfacs en Alcanar (Tarragona) +Manuel Julià – Premio FAD 2024 Ciudad y Paisaje (Fotos: Joan Guillamat) + Blurring 2 Attics en Poblenou (Barcelona) – Premio AJAC XIII en Interior Design & Product Design (Fotos: José Hevia)
¿Qué características arquitectónicas e ideas os gusta trabajar en todos vuestros proyectos? Tratamos que cada proyecto sea específico, respondiendo a las particularidades de su contexto cultural, topográfico, geológico, etc. A la vez, en la medida de lo posible, intentamos que cada decisión de diseño —la elección de un material o el modo en cómo se articula una planta— esté impregnada de cuestiones políticas y ecológicas que nos parecen relevantes; asumiendo nuestra función como agentes transformadores de hábitats humanos y no humanos, en un contexto de crisis climática, de biodiversidad y socioeconómica. Sin embargo, también valoramos la exploración de una cierta inutilidad poética o búsqueda de lo bello, tratando, a la vez, que los proyectos ofrezcan momentos de deleite y sorpresa.
Os interesa el intercambio y aprendizaje de lo vernáculo con las necesidades actuales, como se ve en proyectos residenciales como una casa de veraneo de Montroig del Camp o el trabajo en Alfacs en Alcanar ¿Por qué ese interés? La arquitectura vernácula ha desarrollado tradicionalmente soluciones locales para responder a condiciones específicas. En proyectos como el Camping Alfacs y la casa en Montroig del Camp, integramos estas prácticas con desafíos contemporáneos, usando por ejemplo bloques de tierra compactada y pavimentos de piedra de Sénia en todos sus formatos —en losas, trozos, retales, grava y polvo¬— en els Alfacs, y terracota en la casa Las 3 Marías, adaptando lo tradicional a las necesidades actuales. Simultáneamente, al combinar estas prácticas con técnicas contemporáneas, abordamos cuestiones actuales de sostenibilidad, eficiencia energética y el ciclo de vida de los materiales. Este enfoque permite que nuestros proyectos no solo miren y celebren el pasado, sino que también ofrezcan soluciones adaptadas a las necesidades actuales, equilibrando la sabiduría tradicional con una visión orientada hacia el futuro mediante técnicas constructivas actuales y tecnológicas.
Junto a Espinet Ubach habéis ganado el primer premio para un edificio de 83 viviendas en Gràcia. ¿Qué objetivos os habéis marcado?
La idea principal de este proyecto consiste en ofrecer una multiplicidad de umbrales de transición entre la casa a la ciudad. Alrededor de tres grandes patios, el escalonado de nueve terrados a distintas cotas, ofrece un vaciado ascendente para distintos usos comunitarios y públicos. Son espacios diversos, algunos a la intemperie y otros cubiertos por policarbonato (activados como captadores climáticos) que uno va encontrando a medida que sube de una planta a la otra. A pesar de la envergadura del edificio, las viviendas se agrupan en pequeños grupos de sólo 6 vecinos. El rito de entrar en casa está condicionado por una cocina que regula las relaciones entre hogar y comunidad: puede abrirse o cerrarse a las pasarelas de acceso; y la encimera pasa de dentro a fuera—como una especie de barra de bar—invitando a los vecinos a acercarse y tomar alguna cosa juntos.
Sois co-comisarios en el UIA World Congress of Architects 2026 de Barcelona junto a Sarquella Torres, Mariona Benedito y Tomeu Ramis. Con el tiempo como eje temático ¿qué líneas de investigación os planteáis para esta cita?
El tema del congreso se centra en la noción del «devenir» (Becoming), entendida como el potencial de catalizar eventos de apropiación y transformación espacial a lo largo del tiempo. Nuestra aproximación, sin embargo, rechaza tentaciones utopistas de tabula rasa, reclamando procesos cuidadosos de cambio gradual de las preexistencias físicas y culturales. Diferentes líneas de investigación enfatizan hilos relacionados con ecología, estética, tectónica, política, información y circularidad. Además de identificar y difundir prácticas internacionales en talleres, conferencias y una gran exposición, buscamos generar conocimiento a través de proyectos de investigación proyectuales (“by design”) creados específicamente para el congreso.
En qué otros proyectos estáis inmersos actualmente?
Además del co-comisariado del Congreso Internacional de Arquitectura UIA 2026 de Barcelona, estamos desarrollando dos importantes proyectos de viviendas sociales, 72 viviendas en El Prat de Llobregat y 83 viviendas en Barcelona, ambos listos para iniciarse las obras próximamente. Además, avanzamos con la transformación gradual del Camping Alfacs en Alcanar, un proyecto en constante evolución que cada temporada se renueva antes de abrir sus puertas en verano. También estamos trabajando en reformas y rehabilitaciones de menor escala para distintos espacios domésticos y productivos, adaptándolos a nuevas necesidades y usos contemporáneos.
¿Cuál es el potencial de la arquitectura para ser un motor de cambio ante el desafío climático y demográfico?
Ante tales desafíos, tratamos de explorar maneras sorprendentes de fomentar una cierta densidad urbana donde coexistan hábitats humanos y no humanos; de activar los recursos de la arquitectura pasiva o su capacidad termodinámica para reducir consumo energético y mejorar el confort y bienestar; de reducir la huella de carbono mediante la elección material, etc. Nos gusta pensar que la arquitectura, mediante la transformación del entorno que habitamos, tiene una inmensa capacidad como agente.