Fundado en 2011, Mesura es un modelo creativo que trabaja en los campos de la Arquitectura, el Diseño y la Cultura. Su práctica está impulsada por el deseo de crear soluciones duraderas e innovadoras, creyendo que las ideas más creativas requieren traspasar los límites tradicionales y abrazar lo desconocido. Al desafiar los enfoques convencionales de la arquitectura y el diseño, el objetivo del despacho es superar los límites e inspirar nuevas posibilidades.
¿Cómo se unen vuestros caminos en la ETSAL y el primer concurso en Dubrovnik?
Nos conocimos en el equipo de fútbol de la universidad, un punto de encuentro entre distintas generaciones, ya que no todos compartíamos el mismo curso. Sin embargo, la idea de colaborar surgió durante un viaje organizado por la universidad al Convento de La Tourette de Le Corbusier. Fue allí, en medio de debates sobre arquitectura y espacio, donde empezamos a plantearnos la posibilidad de crear algo juntos. El verdadero desafío llegó con el Europan, el concurso en el que ganamos la reurbanización del centro histórico de Dubrovnik junto a otros compañeros. Esa experiencia nos demostró que no solo podíamos trabajar bien en equipo, sino que también compartíamos una visión y una pasión que queríamos seguir desarrollando.
¿Qué os llevó a querer ser arquitectos?
Marcos: Aunque mi abuelo fue arquitecto, nunca tuve la oportunidad de conocerlo, así que mi verdadero encuentro con la arquitectura fue durante mis últimos años de colegio, en un proyecto donde podíamos elegir cualquier tema para investigar. Decidí explorar la arquitectura y lo que descubrí me cautivó. Me di cuenta de que la arquitectura es mucho más que diseñar edificios: es una herramienta que puede cambiar el curso de una comunidad, transformar espacios y mejorar la calidad de vida. Lo que más me atrajo fue la posibilidad de tocar la emoción de las personas a través de lo que construimos. El espacio arquitectónico puede narrar historias, generar experiencias y, en última instancia, mover a la sociedad hacia adelante.
Benjamín: Para mí, la arquitectura siempre fue algo innato. Desde que tengo uso de razón, supe que quería ser arquitecto, casi como una intuición profunda que no requería de una explicación concreta. La pasión estaba ahí, creciendo desde la infancia, simplemente sabía que era el camino que quería seguir. La conexión con los espacios, las formas, la creación y la idea de dar vida a algo que antes solo existía en la imaginación siempre me resultó fascinante.
Carlos: No recuerdo con claridad qué me llevó a ser arquitecto; creo que fue un impulso vocacional que se fue forjando en mí a lo largo del tiempo. Como tercera generación de arquitectos, esta elección surgió de manera muy natural. Sin embargo, lo que realmente me motiva hoy en día es la pasión por diseñar espacios bellos que, al final, mejoren la vida de las personas.
Jaime: Lo cierto es que mi motivación inicial no es exactamente la que hoy me hace levantar cada día con entusiasmo y pasión. Mi vocación nace por un interés por lo estético, por el edificio, por la capacidad del arquitecto de construir espacios geométricamente atractivos… Mi gran referente de entonces era Carlo Scarpa. Hoy me motiva -además- la capacidad de la arquitectura como instrumento transformador. El edificio como actor activo, catálisis o dinamizador de nuevos comportamientos; me interesa enormemente la capacidad de la arquitectura (y el arquitecto) de impactar en lo social. Claro que la belleza será siempre nuestra arma fundamental.
Fundáis el estudio en plena crisis inmobiliaria y de valores ¿cómo os condicionó ese punto de partida para vuestra visión?
La crisis inmobiliaria fue un punto de inflexión en la creación de lo que hoy es Mesura. Aunque fue una etapa complicada, nos permitió definir nuestros valores y replantear nuestra visión de la arquitectura. Tuvimos que dejar atrás la imagen del «arquitecto» con la que salimos de la universidad: ese personaje solitario, celebrado como un genio. Nos dimos cuenta de que la verdadera fuerza radicaba en unir esfuerzos, dejando los egos a un lado y apostando por la colaboración y el trabajo en equipo. La crisis nos empujó a transformar la adversidad en una oportunidad para reinventar la manera de practicar la arquitectura. Decidimos afrontarla con la determinación de hacer las cosas de manera diferente y seguir adelante. Hoy, seguimos fieles a los valores que nacieron en ese momento: el trabajo en equipo, la contención, el sacrificio y, sobre todo, la capacidad de escuchar—ya sea a los compañeros, a los clientes o al entorno que intervenimos.
¿Qué valores arquitectónicos son comunes en todos vuestros proyectos de diferentes tipologías y escalas?
El valor fundamental en todos nuestros proyectos es la escucha. Independientemente de la tipología o la escala, creemos que la arquitectura debe responder al cliente y al lugar en el que intervenimos. Por eso, nuestros proyectos son tan diversos entre sí; cada uno refleja de manera única las necesidades, aspiraciones y contexto de quienes han confiado en nosotros.
Apostáis por la curiosidad, la búsqueda de la esencia y la experimentación como herramientas para generar proyectos diferentes que pongan en duda la preestablecido. ¿El cliente lo tiene tan claro?
Como en cualquier proceso creativo, es normal que aparezcan dudas o incluso el miedo a equivocarse. Es ahí donde la confianza mutua cobra una importancia vital. Creemos que un diálogo abierto y constante es la mejor herramienta para que el proyecto avance y alcance su máximo potencial.
Es cierto que no todos los clientes están alineados con este enfoque desde el principio, pero cuando logramos una sinergia genuina, el resultado siempre es un proyecto que desafía lo convencional, y refleja tanto nuestra visión como las expectativas y deseos del cliente.
Tienda AESOP Diagonal en Barcelona. Fotos: Maxime Delvaux
¿Qué experiencias queréis que viva el usuario de vuestros espacios atemporales?
La experiencia varía según el proyecto, pero siempre buscamos que los usuarios sientan que el espacio responde a un carácter singular, forjado por sus necesidades funcionales y una atmósfera única, donde la luz, los materiales y las proporciones juegan un papel crucial en generar sensaciones y emociones. Pensamos la arquitectura desde el interior, buscando que cada espacio transmita equilibrio, confort y una esencia atemporal que conecte profundamente con quien lo habita.
Sois un estudio interdisciplinar, si bien en el sector de la vivienda habéis desarrollado proyectos premiados y en diferentes países. ¿Cómo lográis implicar al usuario en el diseño del hogar y qué necesidades notáis que os están demandando más últimamente?
Nuestro proceso con los clientes es profundamente colaborativo. Desde el primer momento los involucramos en cada etapa del proyecto, porque para diseñar un hogar es esencial conocer a fondo cómo viven, cuáles son sus hábitos y aspiraciones. Para ello, organizamos workshops a lo largo de todo el proceso, donde su papel es tan importante como el nuestro, convirtiéndose en parte del equipo. Esta dinámica fomenta un diálogo constante, y notamos que los clientes no solo están interesados en entender cómo trabajamos, sino que también nos aportan mucho con sus perspectivas y experiencias. En cuanto a las necesidades más demandadas, hemos visto un creciente interés en hogares flexibles, sostenibles y que fomenten el bienestar. Los clientes valoran cada vez más los espacios que se adapten a distintos momentos de la vida y que integren materiales naturales y soluciones que respeten el medio ambiente.
Al trabajar proyectos para el sector de las oficinas o el retail ¿qué innovaciones estáis aplicando y cómo lográis que los espacios traduzcan las identidades de las empresas?
En todos nuestros proyectos aplicamos escucha activa y comunicación constante. Para empresas y marcas, antes de diseñar, realizamos un estudio profundo de su esencia. En casos como Roche y Roca, colaboramos con estudios de identidad que destilan sus valores y atributos, lo que nos permite diseñar espacios que reflejen su ADN. El objetivo es traducir lo intangible—historia, valores y visión—en un entorno físico que exprese fielmente la identidad de la marca, creando un espacio funcional y coherente.
¿En qué proyectos estáis trabajando actualmente en el estudio?
Estamos inmersos en proyectos transformadores, desde la recuperación de patrimonio histórico a nivel nacional e internacional, hasta equipamientos culturales que están redefiniendo el uso de los espacios públicos. Pronto podremos desvelar más detalles de algunos de ellos, que sin duda tendrán un impacto significativo en sus entornos. Además, continuamos trabajando en proyectos residenciales de diversas escalas, donde reinterpretamos el concepto de hogar, y en espacios de trabajo innovadores que responden a las nuevas dinámicas laborales. Para nosotros, cada proyecto es un reto creativo que nos motiva a dejar una huella duradera a través de la arquitectura. Siempre buscáis una arquitectura de KM0 con énfasis en los materiales utilizados y en una construcción bioclimática capaz de combinar lo vernáculo con la última tecnología… Exacto. Nuestro enfoque comienza con una escucha atenta al lugar, lo que nos permite rendir homenaje a la tradición arquitectónica local y, siempre que es posible, utilizar materiales de KM0. Esto no solo mejora la sostenibilidad de nuestros proyectos, sino que también crea una conexión más genuina con el entorno. A esto sumamos las últimas innovaciones tecnológicas, colaborando con expertos de diversas disciplinas para combinar lo mejor de lo vernáculo con lo contemporáneo. Nos esforzamos por lograr una arquitectura que respete la tradición, pero que esté alineada con las demandas del presente y el futuro.
Como arquitectos, ¿hacia dónde creéis que debería transformarse y evolucionar una ciudad como Barcelona?
Barcelona es una ciudad con una riqueza cultural innegable, pero necesita avanzar hacia un modelo urbano más sostenible. No solo hablamos de aumentar los espacios verdes, sino también de abordar el exceso de superficie pavimentada, que contribuye al efecto isla de calor y a una deficiente gestión del agua. Integrar pavimentos permeables sería una solución efectiva para reducir temperaturas y mejorar el entorno. Recuperar el proyecto original de la «superilla» sería un paso clave para transformar Barcelona en una ciudad más habitable, donde el espacio público esté diseñado para las personas, priorizando su bienestar sobre el tráfico.
¿Cómo la arquitectura puede ser más transparente para la sociedad y que la vea como una aliada en los cambios que están por venir?
La arquitectura ha sufrido una desconexión con la sociedad, en gran parte debido a la figura del arquitecto y los iconos pre-crisis, que a menudo se percibían como distantes y exclusivos. Creemos que es el momento de un llamamiento al cambio, un nuevo paradigma donde la arquitectura sea más accesible, colaborativa y cercana. Es fundamental que los procesos sean transparentes y que la ciudadanía se sienta involucrada, que participe activamente en la transformación de su entorno. En Mesura, queremos liderar este nuevo movimiento, en el que el arquitecto no solo diseña, sino que dialoga con la sociedad, entendiendo sus necesidades y preocupaciones. La revisión de nuestra identidad visual con Moutwash ha sido acompañada de una profunda reflexión sobre nuestro papel en este nuevo contexto, reforzando nuestro compromiso con una arquitectura más inclusiva y responsable. Para lograr este cambio, es crucial que las instituciones también se alineen y trabajen para facilitar la participación ciudadana. Solo así podremos construir ciudades más humanas, sostenibles y transparentes, donde la arquitectura sea una verdadera aliada en los grandes cambios que están por venir.