alcolea+tárrago es una firma de arquitectura fundada en 2005 en Pamplona por Rubén Alcolea y Jorge Tárrago, ambos arquitectos y doctorados en arquitectura por la Universidad de Navarra, colaboradores en actividades docentes, de investigación y editoriales. En estos 18 de actividad, su obra de arquitectura ha sido premiada en más de una veintena de concursos nacionales e internacionales y ha sido publicada en varias revistas y libros recopilatorios. Entre sus trabajos destacan el Complejo Deportivo de La Figuerassa (2007), la Casa MP en Sesma (2009), el Edificio de Nuevas Tecnologías en Aulesti (2015), la Sede y Auditorio de la Universidad Pública de Málaga (2017) o el Edificio de Usos Múltiples en Castro Urdiales (2019) entre otros.

«Nos gustaría pensar que la arquitectura que proponemos cumple con eficacia su cometido y con un sentido o compromiso con la belleza.»

 

¿Qué os llevó a querer dedicaros a la arquitectura?
Como quizá la mayor parte de los arquitectos, ambos podríamos decir que, en esencia, nos sentimos atraídos por la capacidad de ejercer una profesión que fuera capaz de materializar –construir– ideas. Sin embargo, y como también sucede a muchos de nuestros compañeros, iniciamos los estudios de arquitectura sin una idea clara de cómo sería nuestro futuro. Por un lado, había cierta vinculación familiar con la profesión –Rubén–, aunque por otro, fue quizá una cierta intuición –Jorge–.

En cualquier caso, ambos coincidimos en que nos hemos sentido afortunados por haber tenido la oportunidad de gozar de una educación técnicamente muy rigurosa pero también con un importante carácter humanista, lo que nos permite ver nuestro entorno, y los retos que se plantean, desde una óptica bastante completa.

¿Qué os influyó más en vuestro paso formativo por la Universidad de Navarra?
Como a cualquiera, los años universitarios marcan fuertemente el desarrollo de la vida profesional y personal. En nuestro caso, siempre hemos valorado la riqueza cultural propia de un entorno universitario, y quizá por ello seguimos vinculados a él como docentes. Hemos preferido seguir disfrutando de la influencia positiva que tiene el entorno académico en muchos aspectos, sobre todo en el de mantenernos activos intelectualmente y abiertos a nuevos retos. Es una parte esencial de nuestra actividad como arquitectos, que a la propia docencia suma la reflexión y la investigación, la edición de publicaciones, o la organización de congresos y eventos. Nos gusta pensar que, de alguna forma, seguimos aún en esos años universitarios.

¿Cómo se unen vuestros caminos que os llevan en 2005 a fundar el estudio?
Al acabar la carrera, ambos tuvimos la oportunidad de continuar con los estudios de doctorado, y apostamos en aquel momento por seguir intensificando nuestra formación. Eso retrasó el comienzo de nuestra actividad profesional que a principio de la década de 2000 era muy intensa. Durante ese tiempo encontramos quién sabe si afinidades o simples oportunidades que nos llevaron a emprender después con naturalidad esta experiencia profesional y continuar colaborando juntos.

¿Cómo condiciona vuestra mirada arquitectónica trabajar desde Pamplona?
El entorno en el que nos hemos educado y en el que trabajamos condiciona la forma en la que abordamos los proyectos, sin duda. A este respecto, es inevitable pensar en una cierta condición de periferia, que hemos tratado de suplir precisamente a través de las vinculaciones académicas. De hecho, ahora mismo esta mirada es un tanto peculiar y quizá más rica, pues mientras uno continúa enseñando y trabajando en Pamplona y Madrid –Jorge–, el otro –Rubén– lleva ya varios años dando clase en Estados Unidos. Nos parece que aunque nuestro modelo complica en gran parte la logística, también aporta muchas ventajas y permite afrontar los proyectos con menos localismos y mayor frescura.

Habéis realizado proyectos de diferentes tipologías y escalas en diferentes localidades. ¿Qué rasgos tienen en común estos trabajos?
Más que rasgos comunes quizá deberíamos aludir a las actitudes o estrategias con las que los abordamos. Esas pasan por considerar siempre qué pueden aportar o en qué pueden contribuir a mejorar el espacio público; en tratar de comprender las huellas físicas e inmateriales de cada lugar, en la medida en que sólo de un conocimiento exhaustivo surge otra arquitectura bien trabada temporalmente con la anterior; en tratar de establecer ‘alianzas’ con el contexto mediante alusiones sutiles para integrarse de modo sobrio, sin distorsiones y evitando gestos llamativos o desproporcionados; en definitiva, procuramos buscar diálogos sosegados y alusivos sin renunciar a una presencia sensible.

Rectorado y Paraninfo, Universidad de Málaga, 2018-2021 Foto: Javier Callejas

¿Qué objetivos os marcáis a la hora de realizar un nuevo proyecto en el estudio?
Cumplir todo lo anterior. Y si hubiera que añadir algo más, sería ser capaces de cumplir los retos constructivos, es decir, velar por la coherencia con la que fue proyectada en sus detalles, al tiempo que estar abierto a nuevas soluciones que la puedan mejorar o simplificar el resultado. Implícito está también el velar por un equilibrio presupuestario que sea capaz de conseguir el mejor resultado con los medios más modestos, una cuestión que a nuestro juicio debería resultar siempre ejemplar en cualquier proyecto.

Muchos de vuestros trabajos impactan en lo público. ¿Qué emociones os gustaría que experimentaran los usuarios de vuestros edificios?
Más que emociones, nos gustaría pensar que la arquitectura que proponemos cumple con eficacia su cometido y con un sentido o compromiso con la belleza, que tratamos de materializar mediante el trabajo cuidadoso en los detalles a la vez que aportando cierta personalidad a cada edificio.

Uno de vuestros últimos proyectos han sido las oficinas y auditorio para la Universidad de Málaga. ¿Qué objetivos habéis cumplido en este trabajo?
El punto de partida de este proyecto es esencialmente la creación de un espacio que fuera capaz de organizar a los distintos órganos de gobierno y administración de la universidad en un contexto de intercambio y enriquecimiento, que también vendría dado por la dotación cultural del auditorio tipo paraninfo. Hay una voluntad de reinterpretar en parte el propio concepto de universidad, así como de adoptar esquemas y conceptos históricamente asociados a este tipo de edificios. Por ejemplo, la utilización de las tipologías clásicas de patio y pabellón, la sublimación de espacios ajardinados, la acentuación de la representatividad de la arquitectura o la confianza en ella como facilitadora de formas nuevas de convivencia, son quizá algunos de los objetivos que nos marcamos y creemos se han cumplido. Estamos muy satisfechos del resultado.

¿En qué otros proyectos estáis trabajando en la actualidad?
Afortunadamente vamos a poder retomar ahora un proyecto muy interesante, fruto de un concurso público de hace unos años, y que había quedado en suspenso. Se trata de una escuela de música y una sala auditorio que flotan, casi literalmente, sobre unos vestigios arqueológicos en el casco urbano de Castro Urdiales, que el edificio también protegerá. Contiene muchas de nuestras aspiraciones, la atención al espacio público, alusiones al contexto, a la materialidad, y un tratamiento sobrio del conjunto a la vez que buscando una gran expresividad. Además de eso seguimos participando regularmente en concursos y estamos desarrollando algunas iniciativas de investigación que afrontan procesos constructivos industrializados.

En vuestra opinión, ¿cómo consideráis que deberá transformarse Navarra para adaptarse a los retos futuros?
Si os referís a los retos en relación a la arquitectura, cabría decir que se están dando pasos para consolidar un ecosistema centrado en su industrialización. Recientemente se ha creado un Centro Nacional de la Industrialización y Robótica aplicado a la construcción y la arquitectura, por ejemplo, que tiene su sede en Pamplona. Y en paralelo, también un buen número de empresas radicadas en Navarra han constituido hace poco tiempo un clúster de la industrialización de la construcción. Navarra ha sido históricamente pionera en industrialización, y combinar esos procesos industriales junto al gran nivel de arquitectura propio de la región, parece un buen reto de futuro.

Casa MP, Sesma, Navarra. Foto: Iñaki Bergera

Equipamiento La Figuerassa, Palafolls. Foto: Rubén P. Bescós

Portal en Ortiz de Zárate, Vitoria. Foto: Rubén P. Bescós

CASA MP EN SESMA