01Tabuenca & Leache fundan  en Pamplona en 1989 su estudio, desde el que han desarrollado una amplia variedad de proyectos y obras —públicas y privadas—, que abarcan la arquitectura dotacional y de servicios —edificios administrativos, industriales, asistenciales, deportivos, educativos, culturales, religiosos— el urbanismo y la vivienda —individual y colectiva—. Como consecuencia de su concepción integral del conjunto arquitectónico, su trabajo ha abarcado también el diseño de los interiores y, en ocasiones, la selección y diseño del mobiliario, y la señalética. Su obra ha sido distinguida por el Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro, el COAM, el CSCAE, el Ayuntamiento de Madrid, la fundación FAD, la Fundación Mies van der Rohe, Hispalyt o el American Institut of Architects, entre otros.

«La arquitectura se dirigirá donde la lleve la sensibilidad y la cultura de quien la promueva.»

 

Qué os llamó la atención de la arquitectura para hacer de ella vuestra profesión?
Hay una frase enunciada por Rafael Moneo que quizá resume ese por qué, esa filiación o atracción hacia esta apasionante y compleja profesión: “Doy gracias a la arquitectura porque me ha permitido ver con sus ojos el mundo”. También el reto de la asunción de la responsabilidad de realizar arquitecturas que dignifiquen al hombre y su entorno y de trabajar por encontrar un buen equilibrio con las ciudades en las que vivimos fue quizá el principal motor de atracción

Fundasteis el despacho en 1989 en Pamplona. ¿A lo largo de estos más de 25 años de actividad cómo ha evolucionado vuestra forma de trabajar?
La toma de posición sobre cuáles son las aspiraciones en relación con lo que pensamos que la arquitectura puede aportar, no han variado desde el principio de nuestra actividad. Sí es cierto que el paso del tiempo y las experiencias vividas permiten acometer las nuevas tareas con una visión más global desde el inicio, pero la disparidad de la naturaleza de los proyectos y las obras que vamos realizando hace que la experiencia de cada uno sea única. Pero si se quiere una respuesta más en relación con el modus operandi, nuestra forma de trabajar en 2015, no ha variado respecto a la de 1989 salvo en que, a partir de un momento, aparecieron en acción los ordenadores, luego internet -con todo lo que supone en la forma de trabajar- y que la complejidad y dispersión de las normativas que nos afectan así como el laberinto inaudito de las tramitaciones administrativas junto con las condiciones profesionales a las que nos abocan el desafortunado modo en el que se convocan los concursos públicos.

¿Qué valores arquitectónicos consideráis que se mantienen en cada uno de vuestros proyectos pese a las diferentes escalas, tipologías o al paso del tiempo?
Cuánto más pasa el tiempo, nos damos cuenta de la sólida formación que recibimos en la Escuela de Arquitectura de Pamplona, que dicho sea de paso, cumple ahora 50 años.
Las condiciones de enseñanza eran –y son- extraordinarias, compitiendo entonces con Madrid y Barcelona. Sin desmerecer en absoluto al resto del claustro, el magisterio del prof. Javier Carvajal fue clave y determinante en el afianzamiento –sino en el alumbramiento- de nuestra vocación así como en la transmisión de esos valores a los que aludes en tu pregunta. Quizá el primero y fundamental sea el entendimiento de la Arquitectura como disciplina al servicio de la sociedad, lema que no por ser tantas veces invocado resulta ser igualmente aplicado. Por otro lado, la confianza en la capacidad de la arquitectura de resolver los problemas de la sociedad y de sus ciudades. Estos valores no deben ser sostenidos únicamente por los arquitectos. Si, como tristemente ocurre cada vez con más intensidad, quienes tienen en sus manos la capacidad de las grandes decisiones urbanas y de ordenación de nuestro territorio no comparten esa sensibilidad, de poco valdrá nuestro esfuerzo diario.

 

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Rehabilitación de la Casa del Condestable (Pamplona)
Iglesia y centro parroquial San Jorge (Pamplona)

 

Habéis proyectado edificios de viviendas, dotacionales y de servicio, asistenciales, deportivos, educativos, culturales, religiosos o incluso abordado proyectos de urbanismo. ¿Cuál es la clave para combatir lo convencional y la repetición en cada nuevo encargo?
Entre los valores que podríamos ir añadiendo a la lista iniciada en la anterior respuesta, cabría continuar con la atención a la naturaleza del lugar. El arquitecto, a diferencia del pintor, no empieza trabajando sobre un papel en blanco, a pesar de que esta metáfora se utilice en ocasiones. El lugar y su contexto, están presentes sobre la mesa de trabajo desde el primer momento en forma de fotografías, maquetas, planos topográficos, datos e imágenes históricas… y todo ello hace que la solución a cada problema tenga esa condición singular e irrepetible, que exige una solución adecuada al caso, no buscando la singularidad en sí, sino la adecuación al contexto, solucionando los problemas enunciados y los que no lo han sido y sobre todo, y por encima de todo, la buena relación de lo que se proyecta y construye con aquello que le rodea y quien lo habita.

En vuestro despacho tenéis una concepción integral del conjunto arquitectónico. ¿Qué os aportan vuestros trabajos de diseño de los interiores y, en ocasiones, de selección y diseño del mobiliario y señalética?
Compartimos también, por formación y convicción esa visión holística que permite la arquitectura como se ha entendido al menos hasta hace poco y como la seguimos nosotros entendiendo obstinadamente.
Nuestras primeras colaboraciones fueron fruto de una debilidad común por el diseño. La tipografía era un micro campo de investigación donde uno podía darse cuenta al menos de lo difícil que es dibujar un tipo –un letra- y la extraordinaria belleza que encierra cuando está bien resuelta. Bodoni, Helvética, Futura… son ejercicios al servicio de la comunicación y la transmisión del conocimiento resueltos de manera magistral. Massimo Vignelli decía: «Quien sabe diseñar una cosa, sabe diseñar todas las cosas…»
Pero volviendo al origen de tu pregunta, otra máxima que podríamos subrayar, es que no hay proyecto pequeño. El trabajo que se centra en la adecuación de espacios interiores permite concentrar todas las energías precisamente en eso y se convierte en una suerte de gimnasia proyectual que nos ha ayudado a acometer los de mayor escala y complejidad con más confianza y control de las soluciones de conjunto.

 

«Nuestras aspiraciones en relación con lo que pensamos que la arquitectura puede aportar, no han variado desde el principio de nuestra actividad.»

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La intervención para la mejora de la accesibilidad del centro histórico de Vitoria ha recibido el Premio Architettura Orizzontale y ha ganado en los Premios FAD 2015. ¿En qué consistió vuestro trabajo y qué objetivos os marcasteis?
La cuestión de la rehabilitación y de la accesibilidad en nuestras viejas ciudades de Europa es un tema insoslayable y que va a ocupar nuestra profesión durante las próximas décadas, como ya ocurre en los países más desarrollados en Europa que, por mucho que nos esforzamos, nos siguen llevando ventaja en estas y otras cuestiones de la misma índole.
Accedimos al proyecto a través de un concurso abierto, que tuvo varias fases en las que el jurado, multidisciplinar, se apoyó para encontrar una solución adecuada. No resulta sencillo enfrentarse, en un entorno medieval cargado de historia y de edificios y espacios representativos, a un tema que afecta directamente a la topografía como es la instalación de medios mecánicos de desplazamiento y su entronque con dicho contexto. Buscamos soluciones eficaces y un diálogo tranquilo y bien trabado, asumiendo por cuestiones de economía gran parte de lo ya hecho y aprovechando la ocasión para cualificar y dignificar el lugar –espacio en el camino hacia la vieja Catedral- que esperemos que en un futuro no lejano vea terminada la restauración de ésta y la rehabilitación de los palacios que jalonan su entorno.

¿En qué otros proyectos estáis trabajando hoy en día?
La situación en la que se encuentra nuestra profesión nos ha llevado a presentar algunas propuestas en diferentes convocatorias de concursos en Europa y fuera de ella: Alemania, Francia, Noruega e incluso China, han sido hasta ahora algunos de los países con los que de una forma u otra hemos establecido relación.
En España estamos en fase de desarrollo o comienzo de obra de algunos proyectos dotacionales dedicados a usos deportivos y culturales. Esperamos que si la incipiente salida de esta ya larga crisis se consolida, algunos de los proyectos que quedaron aparcados por falta de presupuesto, puedan ahora ver la luz

¿Hacia dónde consideráis que se dirige el sector de la arquitectura?
Resulta difícil maridar “sector” y “arquitectura”. Podríamos asociar sector a especulación o inmovilizado, por ejemplo, y arquitectura a desarrollo, innovación, rehabilitación, paisaje o ciudad. Y aunque parezca una cuestión menor, la semántica es clave a la hora de enunciar los problemas para poder resolverlos. Basta hacer un repaso de la literatura de los pliegos de condiciones de los concursos públicos en España para darse cuenta a qué “sector” hemos sido reducidos.
Pensemos en Chicago, Amsterdam, Barcelona, Roma, Brasilia… Son ciudades que pudieron pensarse, que pudieron proyectarse y ser construidas. Alguien las promovió. Ahora pensemos en Dubai, Taipei o Seseña. La diferencia fundamental no está en sus arquitecturas, sino en el talante, la sensibilidad y la cultura de quien las promovió. La arquitectura se dirigirá donde la lleve la sensibilidad y la cultura de quien la promueva. En cualquier caso y, como decía recientemente Eduardo Souto de Moura, «el mundo está mal, pero no peor».