Antonio Ruiz Barbarin funda Ruiz Barbarin Arquitectos en 1992. Nacido en Corella (Navarra) es arquitecto por la ETSAM [1985] y Profesor Titular en el Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la ETSAM, por lo que lleva más de 25 años dedicado a la docencia y la investigación. Durante estos años el estudio ha desarrollado más de 300 proyectos, tanto de obra nueva como de rehabilitación, y de usos tan diversos como hotelero, oficinas, comercial, educacional, cultural, deportivo y residencial. Entre las últimas obras del despacho se encuentra la rehabilitación del edificio en calle Génova 17 para la Hermandad Nacional de Arquitectos (Premio COAM 2015), así como la rehabilitación de un edificio para la nueva sede de Cuatrecasas en Madrid (Premio COAM 2013). Actualmente, entre otros proyectos, está desarrollando la rehabilitación de la torre BBVA en Castellana 81, la reforma del edificio Torre 30 en la calle Albacete 3 o la sede del Banco de Caminos en la calle Almagro de Madrid.
¿Qué le llevó a querer ser arquitecto?
No lo sé en concreto, pero quise ser arquitecto desde muy joven. Dudé porque decían que era muy difícil, pero supongo que el que me gustará tanto dibujar fue decisivo. Eso unido a la permanente curiosidad por la forma de las cosas, y de la percepción de mi alrededor.
Se trasladó de su Navarra natal a la ciudad de Madrid para formarse en la ETSAM, de la que actualmente es Profesor Titular en su Departamento de Proyectos Arquitectónicos. ¿Qué fue lo que más le influyó de esos años como estudiante en la capital?
En 1967 nos trasladamos toda la familia a Madrid, fue una gran decisión por parte de mis padres que cambiaría radicalmente mi vida y la de mis hermanos. Y con ello la gran cantidad de sacrificios que tuvieron que hacer frente, por ello mi admiración por ellos aumenta a medida que me hago mayor.
En mi formación fue clave el verano de 1976, verano que pasé en el estudio de arquitectura de mi tío Felix Pagola en Pamplona; las mañanas en la obra, las tardes en el estudio, y las noches viendo diapositivas de Stirling, Mies y Le Corbusier, fueron determinantes.
Los años en la Escuela de Madrid estuvieron definidos por los tres grandes catedráticos de Proyectos de aquel momento: Oiza, Carvajal y Vazquez de Castro. ¡Tan diferentes! Pero en concreto Angel Fernández Alba me indicó el camino, y Juan Daniel Fullaondo me agitó la cabeza.
En 1992 fundó su propio despacho en Madrid en el que a lo largo de estas décadas ha desarrollado más de 300 proyectos tanto de obra nueva como de rehabilitación, y de usos tan diversos como hotelero, oficinas, comercial, educacional, cultural, deportivo y residencial. ¿Qué tienen en común todos estos trabajos realizados con diferentes escalas, tipologías y tiempos?
En común mis arquitecturas tienen la pasión, el rigor y el esfuerzo necesario para llevarlas a cabo. La actitud previa de observar el entorno físico, histórico, ambiental, el programa, las necesidades, … una actitud recolectora…. Para luego decidir la estrategia a seguir. La intuición basada en el conocimiento donde el resultado siempre está por desvelar. Eso es lo que hace que el proceso sea tan apasionante…, que el resultado nunca es evidente.
Rehabilitación de edificio en calle Génova 17 para HNA | Rehabilitación y ampliación de la sede Banco Caminos en c/ Almagro 6 | Rehabilitación edificio para Cuatrecasas en Almagro 9 |
¿Qué le gustaría que sus edificios transmitieran a sus usuarios y habitantes?
Que transmitieran respeto por el lugar donde se ubican y confort a sus usuarios.
Lleva más de 25 años dedicado a la docencia y la investigación así como a la difusión de la arquitectura, siendo por ejemplo uno de los cofundadores de la revista El Croquis Internacional. ¿Cómo alimenta cada una de estas patas a la otra?
El Croquis Internacional fue un apéndice editorial que Richard Levene y Fernando Márquez nos encargaron a Gabriel Allende y a mí, para desarrollar la publicación de la arquitectura internacional del momento. A los dos años se unió a la revista de cabecera El Croquis. Fue una experiencia increíble y agotadora, que me ha dejado la inquietud de estar siempre liado en alguna aventura editorial… cinco libros avalan esta otra vertiente de mi quehacer. Ése es el momento de la reflexión, de mirar de otra manera mis arquitecturas y otras arquitecturas.
Entre sus últimos trabajos encontramos dos Premios COAM (2013 y 2015) como son la rehabilitación de la sede de Cuatrecasas en Madrid y la rehabilitación del edificio Génova 17 para la Hermandad Nacional de Arquitectos. ¿Qué objetivos se marcó para estos trabajos?
Los objetivos de cualquier intervención siempre son los mismos: austeridad formal, racionalidad constructiva, eficacia funcional y eficiencia energética. Por ello en nuestros proyectos nada es arbitrario: ni el material, ni el color, ni sus texturas, ni el orden, ni su carácter urbano, ni su eficiencia funcional y ambiental. Del intento de conciliación entre todas las variables específicas del edificio previo, junto con las necesidades del nuevo uso, unido a nuestro bagaje profesional y nuestras memorias arquitectónicas, surgen estos nuevos edificios en el que la búsqueda del equilibrio entre todas ellas radica su acierto o no.
En la actualidad también está desarrollando el proyecto de rehabilitación de la torre BBVA en el Paseo de la Castellana 81 en Madrid. ¿Qué es lo más importante a tener en cuenta a la hora de enfrentarse a un trabajo de rehabilitación como éste?
La rehabilitación de la torre del Banco Bilbao del maestro Oiza en el Paseo de la Castellana 81 de Madrid, es el trabajo de rehabilitación más complejo al que me he enfrentado. Llevamos una actitud previa de respeto enorme y humildad -sin querer dejar nuestra firma en ello-, junto a un estudio profundo del icono de la arquitectura moderna del s. XX en España, unido a un fuerte compromiso personal y de todo mi gran equipo en todas y cada una de las múltiples decisiones a las que nos enfrentamos cada día para devolverle un nuevo periodo de vida útil sin perder su atmosfera tan especial.
En el fondo el edifico de Castellana 81 se va a transformar radicalmente, sin apenas cambiar: ese es el reto. Para ello, todas las decisiones en su rehabilitación están fundamentadas sin dejar nada a la improvisación.
«Me gustaría que mis edificios transmitieran respeto por el lugar donde se ubican y confort a sus usuarios«
¿En qué otros proyectos está trabajando en el despacho en estos momentos?
Actualmente estamos realizando el edificio “TORRE 30”, una sugerente piel, ligera y transparente para un edificio obsoleto con múltiples intervenciones; un edificio desfigurado y maltratado al que queremos devolver su dignidad urbana, formal y energética. El reto que me tiene muy orgulloso es todo el proceso seguido con la propiedad y el inquilino final, situación que no se da habitualmente y que está siendo muy gratificante, donde el riesgo es compartido por todos. También estamos finalizando la sede de Banco Caminos en la calle Almagro, un proceso muy diferente al resto de nuestros trabajos; ha sido un proceso lento de obra, con un compromiso muy serio con la calidad, y con el carácter que su Presidente deseaba trasladar al edificio.
En cada proyecto nuevo la complicidad y la confianza del cliente, la lealtad y el trabajo de tu equipo son determinantes.
Su despacho ha sido uno de los grandes protagonistas en la continua transformación de una gran ciudad como Madrid. Desde su experiencia, ¿hacia dónde debería evolucionar la ciudad a medio y largo plazo?
La evolución de nuestras ciudades a medio y largo plazo está sin duda en la recuperación del espacio público. Algo que siempre había sido consecuencia de la edificación y en el que ahora debe tomar el protagonismo que merece. Esta recuperación y la sutura de todas las partes que conforman la ciudad para que no haya separación ninguna en el espacio de todos. Creo que la gran transformación vendrá por ahí y en consecuencia en los medios de transporte que la hagan posible y accesible para todos.
¿Qué papel considera que debería jugar el arquitecto en una sociedad en cambio como la actual?
El papel del arquitecto debe ser mucho más activo en proponer y estar en primera línea de ese cambio que tiene que producirse. Tenemos que salir de nuestros estudios a la calle a liderar esos cambios. Es una oportunidad única para recuperar un papel hoy por hoy perdido. Los colegios profesionales deben transformarse de tal manera que sean de verdad el vehículo entre la sociedad y nuestra profesión, entendida desde su mayor cualidad: la social. Nada de nuestro trabajo tiene sentido si no es entendida desde esa vertiente. El arquitecto está obligado a cambiar las cosas.
¿Hacia dónde cree que se dirigirá la práctica arquitectónica en nuestro país?
Los estudios pequeños desaparecerán. Creo que la práctica profesional pasa por sumar sensibilidades y especialidades. Las redes sociales y las plataformas profesionales deberán de trabajar de manera combinada, conectada de forma eficaz y donde las individualidades dejaran paso a los grupos de pensamiento y acción. La arquitectura se hace cada día más compleja y la sociedad nos está demandando una respuesta ya. De nosotros depende. Es un momento de oportunidad y la figura del arquitecto que yo conocí desaparece día a día por efecto de actitudes ruines, leyes y situaciones extrañas que han quitado parte del sentido de esta profesión. Ésta es una profesión arriesgada.
Fotografías: Gabriel A. Martín / Antxón Hernández /