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Ramón Fernández-Alonso Borrajo es arquitecto por la Escuela de Arquitectura de Madrid desde 1981. Profesor de Proyectos Arquitectónicos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada desde 1996 y en la Escuela Superior de Arquitectura de Navarra en los cursos desde 2005.

El despacho de arquitectura de Ramón Fernández-Alonso ha realizado desde viviendas, a mobiliario, centros culturales, una escuela universitaria, un centro farmacéutico o incluso la sede de las cortes de Castilla y León. También ha participado en concursos internacionales en Italia, Corea del Sur o Argelia. Su obra le ha llevado a ser finalista en diferentes Bienales de Arquitectura Española, así como en los Premios FAD o en el Premio Nacional de Arquitectura Española, el Premio Construmat de Arquitectura o el Premio Arquitectura Andalucía, o a ser nominado en dos ocasiones a los Mies van del Rohe, entre otras distinciones.

 

«Cada vez me interesa más la óptima habitabilidad del espacio, el grado de confort»

 

¿Qué le llamó la atención de la arquitectura para hacer de ella su profesión?
Posiblemente lo que siempre me ha atraído más a nivel anímico es la experimentación sensorial de la espacialidad y, desde el punto de vista profesional, indudablemente su carácter de oficio por encima de otra consideración.

De su época de estudiante en la ETSA de Madrid, ¿qué le marcó más para el desarrollo de su visión como arquitecto?
Yo siempre me he considerado un privilegiado al coincidir mis años de estudiante con una época única de la Escuela de Madrid, lo digo no sólo por el alto nivel de su profesorado, Sáenz de Oiza, Carvajal, Vázquez de Castro, Sota, todos ellos, no olvidemos, protagonistas de la transición de nuestra arquitectura a la contemporaneidad; también por el de muchos de sus brillantes alumnos hoy importantes arquitectos. Y sobre todo por una experiencia: en mis primeras prácticas profesionales con Javier Carvajal, en su estudio «artesanal» aprendí, de primera mano, el oficio de arquitecto.

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Escuela Universitaria de Magisterio de Granada Rehabilitación del Colegio Menor de la Plaza de Ochavada para Centro cultural y sede del Ayuntamiento de Archidona (Málaga)

Estableció su centro de operaciones en Granada. Estar fuera del eje Barcelona-Madrid ¿qué beneficios tiene para el desarrollo profesional?
Todo influye. El hecho de haber realizado este “postgrado” de casi dos años en el estudio de Carvajal me  supuso, además,  establecer una mirada más intensa sobre la ciudad de Granada, mi ciudad,  que él tan bien conocía. Granada es una ciudad sorprendente, sus lugares son depósitos de conocimiento que te enseñan a descubrir y  a establecer relaciones insospechadas entre lo conocido y lo imaginado. Reconocer, valorar y proponer, al margen de la pertenencia o no a un lugar concreto, son características intrínsecas de esta manera de ser un poco árabe, de disponibilidad y autosuficiencia: tengo poco equipaje y me acomodo donde me quieren. En este sentido me encuentro tan a gusto trabajando aquí, como ahora en Madrid, o cuando me desplazo periódicamente a Pamplona para impartir Proyectos en la ETSA de Navarra.

Gran parte de su obra se ha desarrollado en la misma ciudad de Granada, en la que ha sido muy crítico por la inexistencia de un modelo de ciudad y crecimiento. ¿Hacia dónde debería moverse una ciudad contemporánea en un contexto como el actual?
Al margen de otras consideraciones, hay ciudad cuando hay pulso urbano, la ciudad es ante todo transacción, interrelación, intercambio. Me interesa cada vez más la microcirugía urbana, aportar ciudad desde la arquitectura, proponiendo atmósferas donde se diluya la frontera entre lo público y lo privado, donde se den cita actividades que se compartan con la ciudad de forma natural. Y en este sentido, la incorporación del espacio colectivo, desarrollado en la estructura formal del edificio público, como espacio participado por la ciudad como verdadero espacio urbano característico  de la ciudad contemporánea,  en la línea de la argumentación del sociólogo José Miguel Iribas.
A nivel global, pienso que las actuaciones en la ciudad, encaminadas a  lograr espacio urbano activo, deben vincularse necesariamente al devenir social; a los deseos, a las necesidades y a la nueva forma de vida de sus habitantes. El proyecto urbano deberá atender a esta demanda de la gente, que pide su consideración por lo que es y no por lo que tendría que ser según una planificación de estándares, generalmente poco atenta con el individuo, y  cuya gestión se supedita muchas veces a la obtención de  réditos políticos a corto plazo.

 

«Me interesa cada vez más la microcirugía urbana, aportar ciudad desde la arquitectura, proponiendo atmósferas donde se diluya la frontera entre lo público y lo privado, donde se den cita actividades que se compartan con la ciudad de forma natural.»

 

En el despacho ha realizado desde viviendas, a mobiliario, centros culturales, una escuela universitaria, un centro farmacéutico o incluso la sede de las cortes de Castilla y León. ¿Qué comparten estos proyectos a priori tan diversos?
Procuramos que nuestro trabajo hilvane un discurso coherente, el mismo que desarrolla cada uno de estos proyectos por separado, donde hay un concepto que se estudia con más intensidad pero se atienden todos los otros conceptos que nos preocupan y forman parte de nuestro quehacer profesional, independientemente de su escala o especificad concretas.
 
¿Qué valores le gustaría que transmitieran sus edificios a sus usuarios?
Cada vez me interesa más la óptima habitabilidad del espacio, el grado de confort. Contribuir desde la experiencia espacial a hacer mas grata la actividad (la vida) que se desarrolla en el interior del edificio.

mosaico¿En qué proyectos está trabajando actualmente el despacho?
Actualmente estamos desarrollando un Centro Parroquial y espacio público en la Comunidad de Madrid, en San Sebastián de los Reyes y varios proyectos para concursos.
 
El despacho también ha participado en concursos internacionales en Italia o en Corea. ¿La internacionalización qué retos y oportunidades supone para un despacho de arquitectura?
Trabajar en la distancia, sin conocer a priori el terreno que pisas, te obliga a ser más cauto, a trabajar con la duda que te obliga a la vez a plantear una metodología de trabajo diría yo que desapasionada, más objetiva dirigida resolver los problemas.  Es fundamentalmente a través del concurso donde establecemos esta relación de trabajo externa, no solo dentro del territorio nacional sino también, desde hace poco más intensamente,  en otros países.
Los concursos requieren una sobredosis de atención, detectar con premura el pulso del proyecto y hacerlo extensivo a la totalidad del equipo que lo ha de desarrollar. El estudio del programa,  las aspiraciones, el desarrollo, el hallazgo y la representación se dan cita casi simultáneamente, en un corto espacio de tiempo. En la mayoría de los casos se parte de un lugar desconocido, un lugar contado por datos y por imágenes. El lugar se convierte así rápidamente en su diagnosis. Es el caso del proyecto  Opera House en la ciudad de  Busan (Corea del Sur) donde se estableció como estrategia el desarrollo del proyecto mediante la mutación de la forma,  una forma básica, elemental si se quiere, a la que se le iba aplicando cambios, precisándola a medida que se profundizaba en el conocimiento del programa, de las interrelaciones de las diferentes áreas del edificio y de este con la ciudad. Así se partía de la configuración en maqueta de un avance preliminar del estudio de la forma que devenía de dar magnitud y escala a  los elementos esenciales y vinculantes del programa (fundamentalmente las salas de conciertos y teatro y sus áreas vestibulares) en relación con la idea o la diagnosis del lugar, que en este caso tomaba la apariencia formal de un  elemento abstracto basado en  los muelles y  pantalanes del puerto.
En otros casos, como en Argelia, nuestro trabajo ha consistido no tanto en proponer un proyecto con una determinada solución arquitectónica sino aportar una manera de llegar a ella implementando técnicas y procesos constructivos novedosos pero compatibles con una puesta en obra realizada por personal no especializado. Allí, para un área de vivienda colectiva planteamos un sistema de fachada ligera de fácil puesta en obra y óptimo rendimiento energético.

 

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Además de su actividad en el despacho, ha impartido conferencias y ha sido desde hace años profesor de proyectos en las universidades de Granada y Navarra. ¿Qué le aporta la docencia y qué intenta transmitir a los alumnos?
Planteo mi actividad como arquitecto y como docente sin solución de continuidad. En ambos casos doy prioridad al proyecto entendido como un proceso global donde técnica, conocimiento, experimentación y aprendizaje van íntimamente ligados formando una unidad. A mis alumnos procuro hacerles reflexionar sobre las decisiones que toman en este proceso para argumentar de forma sólida sus soluciones, o lo que viene a ser lo mismo, les fomento el espíritu de autocrítica.

¿Hacia dónde considera que se dirige hoy el día el papel que la sociedad reclama a los arquitectos?
En los últimos años hemos visto como nuestra imagen profesional se ha ido deteriorando en paralelo con la pérdida que, de la condición de servicio de nuestra actividad, se ha exportado en medios y redes sociales. Se ha trasladado la idea del arquitecto como la de un profesional que practica su actividad de una manera endogámica y clientelista, sin empatizar con la sociedad; que ha olvidado, que esta condición de servicio,  lo es en un doble sentido, dar soluciones de habitabilidad al hombre y a sus actividades, al tiempo que incide en los entornos urbanos y naturales de sus ciudades y por tanto en las relaciones sociales que se producen en esos lugares donde actúa y en la calidad ambiental de los mismos.

La sociedad nos reclama que seamos conscientes de que la repercusión social de nuestra actividad tanto en la planificación como en la materialización del proyecto es enorme, no tiene comparación posible con otras actividades, que trasciende más allá de nuestra especificidad profesional.
Y quizás los arquitectos debemos ser conscientes de que la regulación de nuestra actividad en materia de normativa es tremendamente variada, confusa y a veces contradictoria,  y su cumplimiento escrupuloso no garantiza el tratamiento adecuado de esa realidad compleja y  su  traslado a todos los factores sociales que se ven afectados por su acción.

 

 

Fotografías: Jesús Granada / Fernando Alda