Cristina Domínguez Lucas y Fernando Hernández-Gil Ruano, son licenciados por la ETSAM, y forman desde 2007 LUCAS Y HERNÁNDEZ – GIL Arquitectos y Kresta Design. Trabajan en proyectos de arquitectura y diseño buscando un punto de vista diferente, con una mezcla de curiosidad, intuición y oficio. Se identifican con el trabajo impregnado de juego, del “ Artesano “ que define Richard Sennett. Su objetivo es descubrir una historia en cada proyecto donde todas las piezas encajen. Su trabajo ha sido reconocido en los Premios AD, Premios COAM, Premios IED o siendo finalistas en los FAD, la Bienal de Arquitectura o nominados al Mies Van Der Rohe, entre otros.

«Buscamos encontrar un equilibrio entre la dimensión racional y la emocional sin acomodarnos en lo ya conocido»

 

¿Por qué apostasteis por la arquitectura para hacer de ella vuestra profesión? Cristina: Por la mezcla que tiene de técnica y arte, de diseño y humanidades. Me gustaba pensar que podía diseñar el marco donde sucede la vida.
Fernando
: El ejemplo de mi padre y mi afición al dibujo fueron determinantes en mi decisión de dedicarme.

¿Cómo se unen vuestros caminos y fundáis el despacho en 2007? Llevamos trabajando juntos desde la universidad donde empezamos a colaborar en algunos concursos. A raíz de ganar uno de ellos arrancamos con el estudio. Aunque aquel proyecto nunca se construyó pudimos empezar nuestra andadura profesional.

¿Cuál es la clave para desarrollar proyectos con un punto de vista diferente, con personalidad y jugar con todo el proceso? Intentamos huir de un estilo predeterminado. La única constante es el enfoque, el método de trabajo al abordar los proyectos. Buscamos encontrar un equilibrio entre la dimensión racional y la emocional sin acomodarnos en lo ya conocido. Guiados por esa actitud en la forma de hacer, llegamos a soluciones formales diferentes. Lo característico de cada proyecto está en la sensibilidad al hacer una lectura del contexto y de las oportunidades de cada lugar y programa.

A la hora de proyectar viviendas, ¿cuáles son los principales cambios que habéis detectado entre las demandas de los usuarios en los últimos años?Hemos apreciado, desde cambios concretos, como la transformación de la cocina, de ser un espacio de servicio a ocupar la centralidad de la casa; a tendencias generales como es la demanda de mayor flexibilidad, la búsqueda de la naturaleza y espacios exteriores. Observamos también un mayor compromiso medioambiental.

¿Están las normativas preparadas para la innovación que los estudios podéis aportar? No. Nuestra experiencia es que las normativas son rígidas y los procesos son lentos. El orden y el control, que son muy necesarios, no deberían ser un impedimento para el mejor desarrollo de nuestra actividad.

¿Hacia dónde creéis que se dirige el mercado residencial en los próximos años y qué papel juegan los estudios de arquitectura en este escenario? Pensamos que se debería de dirigir a un escenario de transformación y mejora de la ciudad existente. Hay que recualificar los crecimientos desaforados de baja calidad. Es el momento de explorar nuevos modelos sobre el tejido ya construido. Transformar y rehabitar antes que extenderse en nuevos desarrollos.
Los arquitectos en esta coyuntura tenemos que recuperar la escala de detalle y hacer menos pero más intenso y mejor.

Entre vuestros trabajos encontramos también singulares restaurantes, como por ejemplo Casaplata en Sevilla. ¿Qué sensaciones buscáis que los usuarios experimenten en vuestros espacios gastronómicos? Un recuerdo memorable. Intentamos lograr espacios más intensos y originales. Este tipo de programas nos divierten porque nos permiten experimentar.

También habéis apostado por crear la firma Kresta Design desde la que diseñar vuestros inconfundibles muebles. ¿Qué os aporta el diseño industrial como campo de creatividad e I+D+i? Diseñar nuestros muebles nos permite dotar de carácter y singularizar nuestros espacios. Por otro lado es muy gratificante la inmediatez en el tiempo que nos permite probar y contrastar ideas rápidamente. “No hay ideas sino en las cosas” dice William Carlos Williams.

¿Actualmente en qué proyectos estáis inmersos?
Estamos desarrollando el proyecto de rehabilitación de la antigua Casa de Botes del puerto de Málaga, que supone el cierre de las obras de transformación del área del muelle 1 del puerto y crea un nuevo espacio público en el entorno de La Farola. Tenemos también entre manos un hotel en Portugal y una coctelería en el centro de Sevilla. Y en paralelo estamos con varios proyectos de vivienda unifamiliar.