KANPO = exterior, externo, en euskera. El nombre y el estudio -liderado por los arquitectos María Yáñez y Gorka Ugarte en Donosti- surgieron con la vocación de ser un apoyo externo para las empresas en proceso de transformación. Su trabajo da a las empresas la oportunidad de conseguir un lugar único y diseñado exclusivamente para su marca. Trabajan basándose en la identidad propia de cada empresa, así como su filosofía, cultura y personalidad. La experiencia de KANPO en este ámbito les ha hecho ser especialistas y referentes en materia de oficinas, espacios comerciales y de trabajo.

«Desde nuestro primer proyecto nos planteamos una forma de entender los espacios de trabajo menos estereotípica»

 

¿Qué os atrajo de la arquitectura para hacer de ella vuestra profesión?
María: Me sentí atraída por la carrera, que desarrollaba aspectos técnicos y creativos. Siempre fui una persona muy creativa y esa es la parte que más me interesaba.
Gorka: No lo pensé mucho. Siempre fui muy de ciencias y me encantaba dibujar. Decidí estudiar arquitectura porque parecía una carrera donde se unían disciplinas muy diferentes y me lo tomé como un reto.

¿Cómo unís vuestros caminos?
Nos conocimos con 18 años, en el primer curso de la escuela de arquitectura de San Sebastián. Fuimos equipo desde entonces, tanto en los trabajos y proyectos de la escuela como fuera de ella.
Quince años más tarde empezamos nuestro propio proyecto, Kanpo. Cada uno de nosotros habíamos tenido diferentes trayectorias laborales hasta entonces y las circunstancias hicieron que nos viésemos en ese momento sin trabajo los dos. Decidimos emprender nuestro propio estudio, lo cual siempre habíamos querido hacer pero nunca era el momento adecuado. Viéndolo ahora con perspectiva, fue el empujón que necesitábamos para dar el paso y se convirtió en una oportunidad para empezar algo nuestro.

El nombre de vuestro estudio refleja vuestra apuesta por ser un apoyo externo a la transformación de las empresas…
Empezamos desde cero, sin portfolio propio en un momento de crisis en nuestro sector, por lo que decidimos ofrecernos como colaboradores a diferentes empresas. Al principio no podíamos aspirar a realizar proyectos porque no teníamos trayectoria propia, así que empezamos ofreciendo todo lo que sabíamos hacer y podía ayudar a diferentes empresas como constructoras, agencias de publicidad, promotoras y otros arquitectos. Hacíamos estudios económicos, informes técnicos, cálculos, renders, diseño de stands… una mezcla de cosas que en realidad son partes más pequeñas del trabajo de arquitecto.
La situación económica de aquellos años hacía que las empresas no se arriesgasen a contratar a mucha gente dentro de su propia plantilla, por lo que los colaboradores externos éramos una solución que funcionaba para ellos. Para nosotros también, porque nos íbamos adentrando en el mundo empresarial, conociendo personas y empresas que fueron las que nos abrieron la puerta a firmar nuestros primeros proyectos.
De ahí nació nuestro nombre, Kanpo. En euskera “Kanpo” significa externo, y a nosotros nos sonaba muy redondo, mínimo, un poco japonés, y nos lo quedamos.
Ahora Kanpo es un estudio dedicado a realizar proyectos y el nombre mantiene la esencia de ser el apoyo externo a las empresas en todo aquello que necesiten relacionado con la arquitectura.

¿Qué tienen en común vuestros proyectos para clientes diversos y con diferentes necesidades?
La mayoría de nuestros proyectos a día de hoy son del ámbito empresarial: oficinas, showrooms… No fue una elección, sino fruto de las circunstancias. Nuestro primer proyecto fueron unas oficinas, el segundo también, y así fueron llegando uno tras otro gracias a las recomendaciones. Desde nuestro primer proyecto nos planteamos una forma de entender los espacios de trabajo menos estereotípica. Nos encontramos en una época de grandes cambios en la forma de trabajar y nos permite participar en la concepción de estos nuevos espacios. Para nosotros es un trabajo en evolución, una investigación propia que nace de poner a las personas y sus relaciones en el centro del proyecto.
Además, el haber colaborado con agencias de branding desde dentro nos enseñó a entender las marcas y saber trasladar su personalidad a los espacios. Esto nos ha entrenado para entender a la marca como parte importante del proyecto.

A la hora de abordar espacios para el trabajo ¿qué importancia tiene conocer la cultura de las organizaciones e identificar sus problemas antes del rediseño de sus espacios?
Es básico. La arquitectura responde a las necesidades específicas del cliente y para eso tiene
que conocerlo en profundidad. Es esencial saber escuchar y percibir también lo que no se dice. Además, nuestra visión como profesionales debe adelantarse a posibles necesidades que aparezcan en un futuro, para que el proyecto sea funcional durante mucho tiempo.

Oficinas Midegasa. Foto: Biderbost

¿Hay una mayor demanda de oficinas más colaborativas y que apuesten por situar a las personas en el centro?
Hay empresas que verdaderamente se enfocan en las personas. Hay otras que quieren hacerlo, pero a lo largo del proyecto van saliendo otras motivaciones y esto hace que el proyecto se vaya desdibujando, se va perdiendo por el camino.
Sin embargo, somos optimistas, porque cada vez más empresas quieren realmente crear lugares donde la gente vaya a gusto a trabajar. Al principio siempre hay empresas que son ejemplo, son un motor para ese cambio y tenemos la suerte de trabajar para ellas. El resto van llegando después a ese momento, cada una necesita su tiempo, igual que las personas.

¿Qué importancia tiene generar espacios de trabajo que vayan más allá del confort y aborden cuestiones de salud y sostenibilidad?
El concepto de salud en el trabajo cada vez se expande más y abarca la alimentación, la actividad física, las relaciones sociales y sobre todo la salud mental. Hay una parte en la que la arquitectura favorece estos conceptos y otra parte que debe hacerse a través del compromiso de la propia empresa con sus valores y sus empleados.
El otro día visitamos a unos clientes cuyo proyecto terminamos hace poco y nos comentaban que desde la reforma, en la empresa se respiraba calma. Para nosotros esto es porque el proyecto funciona.
Trabajar o vivir en lugares bien diseñados ayuda a conseguir ese equilibrio, ese bienestar que tanto buscamos.
En cuanto a sostenibilidad, está en la base de todas nuestras decisiones. Partiendo de hacer lo justo, lo necesario, y que sea un proyecto que dure. Después en cuanto a diseño, tomar las mejores decisiones junto con el cliente, decantándonos por soluciones eficientes y con mínimo impacto medioambiental.

El aumento del teletrabajo y la irrupción de los espacios de coworking, ¿cómo afecta a la hora de diseñar unas oficinas hoy en día?
El modelo mixto de teletrabajo y presencial está favoreciendo tanto a empleados, que les permite organizar mejor su día varias jornadas a la semana, como a empresas, a las que permite crecer sin aumentar el espacio físico que necesitan. Sin embargo, poder trabajar desde cualquier lado y perder la relación directa con los compañeros y el ambiente de la empresa hace que se pueda perder la vinculación y la identificación con el proyecto común. Los espacios de trabajo se están transformando para ser ese lugar de reunión, de relación, donde se recupera ese contacto, donde uno se pone al día y pone en común la marcha del proyecto. Por eso es importante que esos espacios sean un reflejo de los valores que unen a todo el equipo.

¿En qué proyectos estáis trabajando actualmente?
Uno de los proyectos que últimamente nos ha resultado muy motivador ha sido la transformación de la zona de aparcamiento y entrada de una empresa para usarlo de manera más humana. Últimamente hemos visto esta inquietud entre las empresas para transformar también las zonas exteriores. Los aparcamientos en los polígonos industriales son islas de calor y lugares muy duros. Introduciendo vegetación y creando espacios para que los trabajadores puedan estar, comer, hablar, descansar…no solo favorecemos el funcionamiento interno, sino que reverdecemos zonas industriales y ayudamos a reducir la temperatura de la zona, aportamos vistas verdes desde el interior y seguimos sumando a ese bienestar de todo el equipo. Además, incluso introduciendo estos nuevos espacios, hemos conseguido ampliar el número de plazas de aparcamiento.

¿Tener el estudio en Donosti cómo os influye en vuestra sensibilidad arquitectónica?
Hoy en día, con la posibilidad de las redes e internet, no considero que nuestra ciudad nos afecte especialmente. Además, a día de hoy y salvo alguna excepción, Donosti es una ciudad que no es nada valiente a la hora de diseñarse y construirse. Los viajes a otras ciudades nos aportan más en el sentido de nutrirnos a nivel arquitectónico.

¿Hacia dónde consideráis que debe transformarse una ciudad como la vuestra en los próximos años?
Estamos en un momento en el que nos lo estamos replanteando todo. El cambio en el transporte, las energías, en las formas de vivir y de trabajar tienen que reflejarse en la ciudad. La ciudad debe abrirse a la transformación. Para eso necesitamos estar abiertos al cambio, a la mejora. Nuestra ciudad en ese sentido es bastante conservadora pero necesitamos que los promotores y las administraciones apuesten por ello.

Ikerlan. Foto: Omar Ullacia

Salto Systems. Foto: Estitxu Ortolaiz

Lawesome. Foto: Biderbost