Esta nueva edificación residencial de Almeida Fernandes Arquitectura se ubica en una pequeña calle comercial del municipio de Algés (a las afueras de Lisboa hacia Cascais). El diseño busca elevar el edificio, creando un vacío en el nivel del suelo, sosteniendo así el edificio entre los dos edificios vecinos. Este vacío permite generar estacionamiento y un jardín, contribuyendo a la ventilación natural y la introducción de vegetación.

 

El barrio de Algés, donde se ubica este edificio, se caracteriza por una trama urbana cuadrangular con edificaciones principalmente construidas a partir de la década de 1940, en concreto y ladrillo, compuestas por 4 pisos sobre el nivel del suelo.

El edificio, completamente destinado a viviendas, se encuentra en la Avenida Dos Combatentes da Grande Guerra nº116, que se caracteriza por amplias aceras, comercios en la planta baja de casi todos los edificios, una vía de circulación para automóviles y estacionamiento en ambos lados.

El lote tenía un edificio con características vernáculas que contrastaba con la trama urbana, constando de dos plantas sobre el nivel del suelo y con un acceso al patio que liberaba una tercera fachada.

Se optó por la demolición del edificio existente y la construcción de uno nuevo, rellenando y nivelando la trama urbana.

A diferencia de la mayoría de los edificios en el barrio, este destaca por su elevación con respecto al plano de la calle. La planta baja está completamente vacía, creando una descompresión urbana especialmente notable para los peatones. Este espacio vacío da lugar al estacionamiento para 3 vehículos y un jardín en la parte trasera, proporcionando a la avenida una ventilación y verde adicionales.

En los pisos superiores se propone que el volumen construido esté encajado entre los edificios vecinos de tal manera que provoque la sensación de que el volumen permanece suspendido y solo se sostiene por la fuerza que las fachadas laterales generan.

Se proponen balcones corridos en cada piso y se colocan bancos de hormigón macizo flotando en el borde de los balcones, revestidos con paneles cerámicos diseñados por la ceramista Maria Ana Vasco Costa. Estos bancos se inspiran en los muretes revestidos de azulejos de la mayoría de los balcones de los edificios de este barrio, creando una extensión natural de los espacios interiores de las unidades hacia el exterior, ya que permiten que las personas se sienten en ellos, orientados hacia el interior de cada hogar. También aseguran la privacidad de las vistas desde la calle y funcionan como barandas de los balcones.

Dada la dimensión reducida del lote y la superficie obligatoria para las circulaciones verticales, en el diseño de las viviendas se aplicó una cuidadosa gestión del espacio, ahorrando la mayor cantidad posible de área en pasillos (puertas de acceso a las habitaciones a 45 grados al final del pasillo) y proponiendo una cocina abierta hacia la sala, con la posibilidad de cerrarla con la misma cortina que controla la luz solar del gran vano de la sala. Los espacios se extienden naturalmente hacia los balcones en ambas fachadas, proporcionando un aumento en los espacios habitables.

Cada parte está climatizada por un sistema inteligente compuesto por paneles solares térmicos, bomba de calor de bajo consumo energético y depósitos de inercia térmica. Las bombas de calor se activan automáticamente solo cuando es necesario complementar la energía ya generada por los paneles. Los vanos de los pisos elevados tienen control solar desde el exterior, contribuyendo aún más a la eficiencia energética de las partes.

Fotografías: Francisco Nogueira