El arquitecto Fernando Espinosa de los Monteros (EM&A) reflexiona en este artículo sobre la respuesta desde la arquitectura a las nuevas necesidades que los usuarios van a exigir tras lo experimentado en el confinamiento.
“La Arquitectura,
es el testigo imborrable de la historia,
porque no se puede hablar de un gran edificio,
sin reconocer en él, el testigo de su época, su cultura, su sociedad
y sus intenciones”
Octavio Paz
La terrible Pandemia debida al virus COVID-19 que ha asolado al mundo entero, siendo especialmente virulenta en España, nos ha cambiado nuestras costumbres y sin duda dejará una profunda huella en todos los aspectos más relevantes de nuestras vidas, e inevitablemente en la arquitectura. No es la primera vez que la arquitectura se acomoda a nuevas necesidades surgidas de desastres naturales o conflictos de la humanidad, como ejemplos no tan lejanos están las aberturas de los Bulevares de Haussmann, en París en 1800 o las British New Towns, aparecidas al iniciarse la reconstrucción de Europa tras la segunda guerra mundial, donde ambas, introducen ya el concepto de salubridad en la arquitectura, entendiendo la salud, según la OMS, como un estado de bienestar físico, mental y social; no podemos olvidar que, en las ciudades, pasamos más del 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados. Es inevitable, que las nuevas formas de trabajo, de vida y de relación social, que sin duda se van a incorporar a nuestras costumbres, muchas de ellas ya antiguas demandas del hombre contemporáneo, deben de tener reflejo en las nuevas propuestas arquitectónicas. Lo que aquí nace, con el optimismo que necesitamos, como un deseo de debate, esperamos, pronto se incorpore a una discusión pública de la que podamos concluir, con las mejores normas y recomendación para una nueva arquitectura, La Arquitectura Saludable / The Wellness Architecture. Una arquitectura que incorporará las conclusiones más apropiadas, analizando las necesidades más inmediatas que hemos experimentado para hacernos la vida y el trabajo, más seguros, higiénicos y fáciles, en definitiva, más saludables.
Los modelos de vida que hasta ahora hemos llevado en las ciudades, y sobre todo en las grandes ciudades, están en crisis. Aunque su cambio viene ya siendo demandado hace tiempo, situaciones como la vivida, han demostrado ser un modelo ineficaz y poco salubre. Se ha puesto de manifiesto la necesidad de conciliar la convivencia familiar con el trabajo en casa, y si añadimos a esto, los problemas derivados de la alta densidad para trabajar en espacios contenidos y la masividad de la vida pública, resulta evidente como los modelos existentes, son claramente obsoletos, lejanos a las consideraciones que pretendemos alcanzar con una Arquitectura Saludable y se hace por tanto necesario plantear un nuevo modelo de hábitat.
De entre todas las carencias detectadas estos días, algunas se han harán imprescindibles, como son: la higiene, el distanciamiento social o el trabajo en casa; cosas que, aunque no son nuevas, estaban olvidadas. Tanto en los espacios públicos, como en los privados, en los lugares de trabajo o en las viviendas, los espacios de acceso, las comunicaciones verticales, los aseos y espacios comunes de cualquier edificio, cobrarán una especial importancia en su papel para el control, la higiene, la asepsia y el distanciamiento social. Espacios donde, a modo de ejemplo, seguramente tendremos que incorporar: recepciones más distantes, dispensadores de geles, mecanismos controlados por voz o presencia, puertas automáticas, etc. Todo ello en el concepto del término británico “Contact Less Buildings”. También serán necesarios espacios más holgados, donde la convivencia se desarrolle en entornos agradables, limpios y saludables; espacios donde cultivar el movimiento, promoviendo el ejercicio frente a la vida sedentaria. Todo ello en la búsqueda de un hábitat que permitan cuidar nuestra salud, física y mental, tan olvidadas como necesarias.
El lugar de trabajo, conocido hasta ahora, lo tendremos que revisar para introducir en el, esos condicionantes que ya hemos asumido y que incorporaremos a nuestras formas de vida. El ratio, que hoy en día se sitúa en torno a los 6 m2/trabajador, tendrá necesariamente que incrementarse para garantizar mejor nuestra protección y la distancia social recomendada; conceptos como el “hot-desk” y el “Co-Working”, se verán revisados, incorporando a ellos las nuevas necesidades de salubridad.
Pero quizás, sea la vivienda uno de los espacios más necesitados de un nuevo modelo, el confinamiento que esta pandemia ha obligado a mantener durante dos meses, ha puesto a prueba nuestra resistencia física y salud mental, la continuada convivencia familiar, la simultaneidad de rutinas de trabajo, ejercicio físico o los hábitos propios de la vida familiar, en espacios normalmente reducidos, poco saludables y limitados, hace inevitable plantearnos nuevos conceptos, especialmente en la vivienda social. Esta experiencia, creemos ha puesto de manifiesto necesidades que se deben de incorporar, algunas de los cuales, por esenciales, quisiera resaltar: dotar a las viviendas de un espacio de trabajo compatible con la vida familiar; la posibilidad de aislar a uno de sus habitantes en caso de enfermedad; dotarlas de un espacio exterior donde poder relajarse recibiendo algo de Vitamina D; además de incorporar en ellas condiciones de higiene, salubridad, aislamiento, comunicaciones eficientes, control lumínico y solar; como algunas de las más esenciales. Todo ello pasa por concebir viviendas mayores, flexibles, higiénicas y resilientes; Todo ello enfocado en la búsqueda de las nuevas necesidades que, a partir de ahora, el hombre va a exigir e imponer como un derecho, La Arquitectura Saludable / The Wellnes Architecture.
Habrá que investigar e innovar mucho en relación a los materiales a emplear, en la búsqueda de productos que consideremos más apropiados. Sobre todo, en aquellos que esté en contacto con el cuerpo, el tacto o la respiración, escogiendo los más recomendados por su comportamiento anti bacteriológicos, su facilidad de limpieza y su resistencia a los agentes desinfectantes. También veremos como la Inteligencia artificial, se pone al servicio de gestión del hábitat; en el control de la climatología, la humedad, el tratamiento del agua o el aire, la iluminación, el movimiento, el sonido o las comunicaciones, todas ellas tendrán que garantizar el uso más eficiente y conseguir los ideales buscados en La Arquitectura Saludable / The Wellness Architecture.
Exigir a las administraciones pública una regulación será obligado, diferenciando lo deseado de lo exigido, y donde los mínimos sean diferenciando de las recomendaciones. Normativa que, sin duda, deberá de ser aún más exigente y urgente su aplicación, en el caso de las edificaciones públicas. No tardaremos en ver manuales de mantenimiento que incluyan protocolos de desinfección o un nuevo epígrafe en el Código Técnico de la Edificación: ASE 20- Acciones Saludables en la Edificación.
Como conclusión de esta reflexión dar ánimo y generar optimismo, me gustaría resaltar, la necesaria concienciación que esta crisis de la salud, calificada como una pandemia por su globalización, nos ha dejado la necesidad de replantearnos algunos extremos importantes relativos a nuestras vidas y costumbres. Por ello la Arquitectura, como algo esencial en nuestro entorno no puede quedarse al margen, y de ahí la necesidad de plantear un nuevo modelo que resuelva las necesidades que a lo largo de este artículo se han planteado, tan solo, como el origen de un debate, profundo, extenso y diverso, que nos lleve a las consecuencias más evidentes y postulados de La Arquitecturas Saludable / The Wellnes Architecture. Es evidente que estos argumentos afectan a planteamientos que aquí no se han mencionado, pero que no por ello son menos importantes, como son su coste y con ello la rentabilidad de sus inversiones; los efectos contrarios a lo que se han defendido como postulados sostenibles, que en este caso pueden quedar enfrentados y por ello habrá que consensuar; su interpretación en el Patrimonio Cultural o los distintos modelos de urbanismo que se puedan deducir, como la controversia entre la ciudad concentrada frente a la dispersa; y un largo etc., que habrá que analizar, estudiar debatir y consensuar. Ojalá, este sea un primer paso en el camino hacia esta nueva Arquitectura Saludable / Wellness Architecture.
No quiero terminar, sin agradecer la inestimable ayuda y aportaciones de todos nuestros amigos confinados y dedicar este artículo a todos nuestros grandes amigos, aquellos que en estos días nos han dejado y que espero descansen en paz.
Madrid, 18 abril 2020, Día Internacional del Patrimonio Cultural
Fernando Espinosa de los Monteros
Arquitecto Socio Fundador de EM&A Espinosa der los Monteros & Arquitectos Asociados sl.
Miembro del Comité Científico del Patrimonio Cultural del Siglo 20 de ICOMOS
Presidente de la Asociación Española del Patrimonio Arquitectónico del Siglo 20