Arquitect@s & Co, un grupo independiente de opinión dentro de Brodway Malyan, reflexiona en estos microartículos sobre la ciudad en la que «de verdad nos gustaría vivir» a raíz de las actividades programadas durante la pasada Semana de la Arquitectura de Madrid. Un modo de alinearse a los objetivos sostenibles de la Agenda 2030 de la ONU.

Tienen en común trabajar en Broadway Malyan y estar preocupados por la Agenda 2030. Así que la última Semana de la Arquitectura de Madrid, en octubre de 2020, les indujo a reflexionar sobre el valor de la profesión para conseguir los objetivos de la ONU.

Los arquitectos frente al reto de la Agenda 2030.

Por Iván Iturbe, Arquitecto.

Hemos empezado década y parece que no ha entrado con buen pie, pero las valoraciones habrá que hacerlas al final como bien dice el refrán de que “las cosas no son como empiezan sino como acaban”. Y la década que ahora empieza finalizará con un examen que todos como sociedad deberemos superar con mayor o menor responsabilidad y que tiene por temario la Agenda 2030 que la ONU ha establecido para lograr un desarrollo sostenible. En este sentido, los Arquitectos tenemos mucho que aportar y afrontar, y qué mejor momento para arrancar que hacerlo coincidir ahora con la Semana de la Arquitectura 2020.

Nuestro papel va mas allá del puramente técnico ya que nuestra disciplina influye directamente sobre nuestra forma de vivir, de trabajar, de relacionarnos o de disfrutar. Las ciudades deben dejar de ser agregados de edificios, industrias y servicios, y requieren ahora mas que nunca, reflexionar sobre el modelo de ciudad de la misma forma que se hizo al comienzo del siglo XX cuándo la herencia de la Revolución Industrial, especialmente los cambios tecnológicos que trajo la Segunda Revolución Industrial cambiaron completamente nuestra forma de vida y con ello nuestro entorno hacia un modelo ahora ya obsoleto desde hace unos años. La Revolución Ambiental arrancó con pereza con el nuevo siglo, pero aun nos queda afrontar como adaptarnos a las nuevas necesidades y con ello, planificar nuestro futuro y el futuro de las generaciones venideras. Los Arquitectos debemos liderar este nuevo reto con nuestro compromiso, talento y conocimiento. #YoSoyONU2030 #YoSoyArquitecto

Las ciudades tienen que generar los Encuentros

Por Eva Gómez Fontecha, Periodista

La primera vez que salimos a pasear tras el confinamiento, nos dimos cuenta que las calles no estaban hechas para llevar una vida sencilla, esa que uno espera tener cuando llega el fin de semana, las vacaciones o, como nos ha sucedido, una emergencia sanitaria. Recuerdo que aquel primer día caminamos como zombies, extrañados, por avenidas diseñadas por urbanistas que no habían pensado en nosotros sino en los coches, en los comercios y en el tiempo programado. Tras una situación como la que estamos viviendo con el COVID-19, se hace más necesario que nunca el volvernos a encontrar con los demás en el espacio público. Mi visión de la ciudad incluye sin atisbo de duda una mirada más femenina, sin perder su perspectiva tolerante, solidaria, empática y totalizadora del género humano, ese que hoy se duele de verse las caras casi siempre a través de la pantalla en periodos muy limitados y con narrativas estrechas.

La ciudad en la que quiero vivir en 2030 debería invitar a salir y no cumplir sólo con la función de ser núcleo de transportes, barrio residencial o calle para las compras. Debería ser sostenible, tener el aire limpio y extensiones verdes donde poder disfrutar de la Naturaleza (que estos meses nos pide cuentas por nuestra irresponsable conducta). Y por último, debería disponer de espacios seguros donde encontrarnos con la cultura (que estos días vive el abandono de las instituciones y la lejanía del público), lugares donde explorarnos como seres individuales, donde relacionarnos con los demás de una forma creativa y donde disfrutar de nuestro tiempo sin prisas.

¿Cómo será la ciudad de los próximos años?

Por Eduardo Solana, Arquitecto

Veo dos ciudades: la física, que corresponde con la ciudad histórica, y que sufrirá, como ha sufrido siempre, transformaciones para adaptarse al nuevo presente.» Antes de echar los cimientos de las murallas de una ciudad habrá de escogerse un lugar de aires sanísimos (…)». Esto escribió Vitrubio hace veinte siglos, y aún resulta de actualidad. El avance de la medicina, y su capacidad para prevenir y tratar enfermedades antes letales, nos llevó a olvidarnos de Vitrubio; también de los principios higienistas del XIX, los mismos que impulsó el Movimiento Moderno: sol, aire limpio, espacios verdes. La futura ciudad se parecerá a las antiguas utopías, incorporando más premisas: energía limpia, transporte eficiente y economía circular.

Hay otra ciudad: la ciudad virtual, deslocalizada, inmaterial, donde habitamos casi todo el tiempo a través de pantallas y teclados. Esta ciudad solo se sustenta en las relaciones entre individuos, y se parece a las ruinas de Ersilia, que describía Italo Calvino en Las ciudades invisibles: En Ersilia, para establecer las relaciones que rigen la vida de la ciudad, los habitantes tienden hilos entre los ángulos de las casas, blancos o negros o grises o blanquinegros, según indiquen relaciones de parentesco, intercambio, autoridad, representación. Cuando los hilos son tantos que ya no se puede pasar entre medio, los habitantes se van (…). Viajando así por el territorio de Ersilia encuentras las ruinas de las ciudades abandonadas, sin los muros que no duran, sin los huesos de los muertos que el viento hace rodar: telarañas de relaciones intrincadas que buscan una forma». Sobre esa segunda ciudad, nada puede decir la arquitectura.

Globalización y Ciudad

Por Eiman Al Sakha, Urbanista

Durante este tiempo Covid, a diario se nos pide tomar decisiones como miembros activos de ciudades. ¿Deberíamos comprar en la tienda del barrio o deberíamos hacerlo con un clic sin necesidad de vernos las caras? ¡No hay una respuesta correcta!

Los motores de la globalización son muchos. Los problemas también son muchos e incluirían la homogeneidad y una visión del mundo desprovista de las particularidades.

El trabajo de Jeffrey Sachs, asesor senior de la ONU, ha sido uno de los pilares durante mis años formativos. Según Sachs, la globalización es buena si nos ponemos todos de acuerdo. Su trabajo sobre el desarrollo sostenible en diferentes países muestra cómo integrarlos de la mejor manera posible. Utiliza métodos simples pero efectivos: proporcionar diagnósticos antes de escoger soluciones, analizar qué cuestiones podrían resolverse a nivel nacional y cuales deberían verse como internacionales, estudiar las causas de la brecha salarial, etc.

No tengo la solución para este cambio radical que vivimos. Lo que sí tenemos los diseñadores es una formación que nos permite diagnosticar qué está pasando. Vale mencionar algunos casos. Los países con un transporte público avanzado están peor en esta pandemia que otros en vías de desarrollo que utilizan minibuses como principal medio de transporte. Las ciudades no expuestas al sol y al aire fresco tienen peores condiciones que las que cuentan con parques públicos e infraestructuras abiertas.

¿Cómo deberíamos los profesionales (sanitarios, científicos de datos, constructores de ciudades, etc) trabajar coordinadamente para crear una comunidad más sostenible?

Ecología

Por Francisco Astorga, Arquitecto

En mis años universitarios elegí un bloque complementario de asignaturas que se denominaba Ecología. A muchos nos permitió adentrarnos en el conocimiento de los procesos naturales y la integración del hombre en los ecosistemas. Fue un despertar a todo cuanto nos rodea en la naturaleza y los seres vivos que la integran. Descubrir con otra óptica procesos naturales como el ciclo del agua, del oxígeno, del carbono y del nitrógeno, y entender como la simple palabra verde puede encerrar tanto conocimiento necesario para el ser humano.

Ese mundo verde de la ciencia se ha extendido a muchas de las actividades de la ciudad y de las comunidades. Casi cincuenta años de evolución entrópica cuyos efectos se multiplican y nos envuelven. La naturaleza es un gran fuelle de adaptación, pero los sistemas creados por el hombre pueden crear un desequilibrio en los sistemas naturales impidiendo su recuperación.

Durante la pandemia hemos podido observar en la naturaleza la recuperación del medio y su diversidad biológica. Un breve receso en todo el mundo que ha permitido demostrar que de no reconducir con inteligencia todos los procesos en nuestro gigantesco ecosistema, nunca alcanzaremos una recuperación global estable. La Humanidad se ha sensibilizado, pero experiencia no debe quedar en una simple anécdota sino en la interiorización de un estilo de vida

El impacto de la iluminación en el Planeta

Por Daniela Viloria, Arquitecta y Diseñadora de Iluminación

En un mundo que avanza hacia las megalópolis 24/7, la iluminación artificial se hace tan imprescindible como su comprensión profunda.
Con frecuencia parece que el único impacto medioambiental que tiene la iluminación es el consumo energético y por tanto, la huella de carbono que deja. Pero hablar de iluminación y sostenibilidad debería ir más allá y valorar su impacto directo en las especies del planeta.
Intentamos salvar el equilibrio ecológico como si fuéramos ajenos a él y hablamos en tercera persona cuando nosotros también somos el planeta. Ajustar este enfoque es el punto de partida para comprender la relevancia que tiene el entendimiento que hemos adquirido sobre el impacto de la iluminación en la salud humana y la imperiosa necesidad de cambiar la manera en que nos relacionamos con ella. Su mala gestión en nuestros espacios está desencadenando una serie de disrupciones de nuestras funciones fisiológicas que no podemos ignorar si queremos preservar la salud en el largo plazo.

Finalmente, debemos contemplar el impacto en la flora y la fauna. Es vergonzoso y decadente seguir aplaudiendo iniciativas de embellecimiento de las ciudades que se basan en la sobre iluminación de espacios públicos y fachadas con descontroladas emisiones de luz a la atmósfera que, no solo son un desperdicio energético, sino que tienen un impacto directo en las especies vegetales y animales que también necesitan de la oscuridad para completar sus funciones vitales. La fotosíntesis, los patrones migratorios de las aves o los depredadores nocturnos son ejemplo de la necesidad mantener el equilibrio luz-oscuridad.

Se abre una oportunidad gracias a la pandemia global

Por José Pesci, Arquitecto

¿Hemos tomado conciencia de nuestro rol como parte de un Ecosistema integrado a la calidad de vida en nuestras Ciudades? El confinamiento nos arrastró a un escenario de crisis en aspectos básicos de calidad de vida en nuestro hábitat como la iluminación y ventilación natural, el Sol,  la relación con el verde… Como ciudadanos nos enfrentamos a un modelo urbano más preocupado por la movilidad y la eficiencia funcional que por la calidad de vida de sus habitantes. Estamos excluidos de un modelo de vida saludable. Cómplices de soportar una cadena de distribución de alimentos interminable entre el productor y tu mesa.

Ahora más que nunca debemos adoptar un compromiso como Comunidad. Aportemos un pequeño gesto cada día sin esperar que los gobiernos dictaminen leyes que regulen nuestras vidas. ¿Y si cambiamos el actual modelo de exclusión por otro nuevo e inclusivo incorporando el concepto de Permacultura? Podemos rediseñar nuestras ciudades de manera integral utilizando la ciencia para satisfacer las necesidades humanas sin destruir, contaminar o agotar los recursos naturales. Nuestras comunidades se podrán alimentar e integrar a una Agricultura Permanente-Sustentable. Y las personas nos sentiremos parte de un Espacio de Cultura-Sustentable.