El estudio Amann Cánovas Maruri ha ganado el primer premio en el concurso para el Aulario departamental URJC en Vicálvaro (Madrid).  El aulario se encuentra rodeado de otros edificios y de lugares aparentemente inhóspitos pero con gran capacidad para generar nuevas oportunidades. El edificio que se propone se articula con el edificio de despachos existente y lo amplia de manera natural, aprovechando su situación y sus conexiones como un brazo más de los que ya existen, por tanto, uno más. Por otra parte quiere relacionarse con los espacios abiertos del campus generando un lugar que puede crecer y amplificar sus usos.

La construcción de los límites

El proyecto propone definir, dar forma, al perímetro de la actuación y de esa manera ofrecer a la ciudad un frente. Se busca construir un espacio urbano visto no solo desde el tejido universitario sino también desde los lugares que rodean la Universidad. La voluntad de fraccionar los volúmenes y convertir las aulas en protagonistas y otorgarles cierta autonomía entre ellas permite romper el volumen solicitado por el programa de manera que se manifieste una escala menor, cercana también a los edificios de vivienda.

La estrategia de ocupar los límites permite abrir un espacio interior abrazado por los nuevos pabellones, un espacio que se inicia en los aparcamientos, convertidos en un bosque necesario, un bosque que desciende junto con los estudiantes,  que pasean entre las aulas hasta el corazón del espacio común, un espacio cubierto donde los tránsitos se entrelazan en forma de escaleras que sirven de escenario para la vida, el saludo y la mirada.

También el fondo de la parcela, con un gran desnivel con la calle, se recupera unificando el patio del edificio colindante y creando una plataforma para la pista deportiva que ya no se entiende como mera infraestructura universitaria sino que permite construir un lugar ajardinado que completa el jardín público que se añade al campus.

De esta manera se proyecta un edificio quebrado  que proporciona una configuración de orientación favorable a todas las aulas y que no se percibe como una gran masa sino como la suma de pequeñas piezas que articulan un recorrido que acaba en un lugar espacialmente permeable, un lugar común que conecta dos espacios del campus y que convierte esta cuña en un espacio descaradamente verde.

El interior quiere convertirse, por tanto, en un conjunto de aulas que tienen capacidad de transformación, con estructuras organizativas versátiles y crecimientos informales que resuelven nuevas formas de docencia y que necesitan de espacios que se trasformen y que sepan acoger organizaciones diversas. Esta estrategia sencilla de polivalencia tiene consecuencias complejas y oportunas sobre la docencia que puede abrirse al espacio común, ampliar el número de asistentes, realizar eventos mayores y permitir que el aula deje de ser una cápsula cerrada en donde se imparte un contenido para ser un lugar de trabajo, intercambio e interacción de los distintos agentes académicos.

La desaparición del pasillo

No hay pasillos en el aulario,  el proyecto va plegando y quebrando las aulas para poder generar espacios de trabajo y coworking que en dos puntos álgidos se convierten en lugares a doble altura y verdaderos foros de trabajo académico.

La azotea y lo común

La cubierta no es un espacio perdido. Aprovechando la creación de una cubierta verde y una buena colocación de las máquinas, se propone el uso de esta superficie para crear un lugar de encuentro, trabajo y descanso fuera del aula. La simple colocación de mesas y sillas permitirá que los estudiantes puedan reunirse con espacio suficiente para poder organizar media pista de basket o una reunión de coordinación para el trabajo de una asignatura.

El coche y el peatón

La desaparición del aparcamiento ortodoxo permite generar un jardín que crea un espacio público diverso y complejo siguiendo el modelo de foro participativo, trabajo e interacción. Las áreas del bosque favorecen distintas formas de diálogo académico: cercano, asambleario, festivo… Así, el campus se convierte en la unión de las distintas formas de relación de los estudiantes, proveyéndoles de un lugar en donde trabajar, descansar, desarrollar proyectos, escuchar un concierto u organizar una feria.

Construcción

El edificio se construye con una estructura ortodoxa de hormigón con forjados bidireccionales, su configuración exterior quiere generar una continuidad con el campus existente y por tanto emplea el ladrillo, matizado por celosías permeables que protegen del sol en las orientaciones más desfavorables, es por tanto una construcción que valora el contexto y su continuidad edificada.

Pasividad

Los sistemas de pasividad térmica tienen que ver con la inercia de los materiales y con su disposición, evitando las insolaciones directas y practicando, gracias a los anchos de crujías, un sistema de ventilación cruzada que resuelve los excesos de calor en los momentos estacionales más duros. Dicha amortiguación se produce también por la incorporación al proyecto de la vegetación que de manera extensiva va a contribuir al equilibrio térmico del edificio. Dicho modo de actuar con la vegetación convierte el campus en un pulmón que debe extenderse a otros espacios excesivamente tomados por los coches.

Nombre del proyecto: Aulario departamental URJC en Vicálvaro Situación: Campus de Vicálvaro URJC, Madrid Fecha concurso: Febrero 2022 Autores: AMANN_CANOVAS_MARURI ARQUITECTOS Atxu Amann Alcocer, Andrés Cánovas Alcaraz, Nicolás Maruri González de Mendoza con Rodrigo Delso Gutiérrez Colaboradores arquitectos: Pablo Cevallos-Zúñiga Llamas, Alexandra Torres de Ayala y Joachim Kraft Superficie construida: 9.780 m²