El edificio, promovido por Sostre Cívic y Grup La Balma, se encuentra en el barrio de Poblenou de Barcelona y se ha levantado sobre un solar municipal destinado a vivienda cooperativa en cesión de uso. El proyecto se ha realizado bajo un modelo participativo, en el que los habitantes han podido tomar decisiones acerca de la construcción y la distribución de espacios. Un diseño de estructuras flexibles y espacios polivalentes permite que las viviendas puedan crecer y decrecer en función de las necesidades puntuales de los habitantes.

La cooperativa de arquitectos laboqueria taller d’arquitectura, junto con Lacol arquitectura cooperativa, han concluido recientemente el proyecto de viviendas cooperativas La Balma, en el barrio de Poblenou de Barcelona.

El proyecto se presentó a través de concurso público y está promovido por la cooperativa Sostre Cívic y Grup La Balma. Se trata de un conjunto de 20 viviendas que se ubican en un solar municipal destinado a vivienda cooperativa en cesión de uso.

Para comprender la necesidad de este modelo en las grandes ciudades, el equipo de arquitectos pone de relieve el contexto actual. “Barcelona tiene solo un 3% de vivienda asequible. El objetivo de las cooperativas es facilitar y garantizar el acceso a una vivienda digna y asequible a sus socios, con una cuota máxima fijada según convocatoria y legislación en el 7,82€/m².

En 2016 la cooperativa Sostre Cívic ganó dos de los solares ofertados a concurso por el Ayuntamiento de Barcelona, uno de ellos con el proyecto La Balma, obteniendo la cesión de uso del solar por un plazo de 75 años.

¿Como funciona una cooperativa de viviendas? Los socios de la cooperativa Sostre Cívic que viven en el edificio de La Balma establecen con ella un contrato de cesión de uso, estable y con carácter indefinido, que puede ser cancelado por el usuario cuando este lo considere oportuno.

El proyecto de construcción del edificio se financia en un 20% con el capital social aportado inicialmente por los cooperativistas y en un 80% a través de la financiación de una banca ética. Cada usuario abona mensualmente una cuota de uso, de entre 600€ y 800€ que permite retornar esta financiación y que incluye los gastos de los espacios comunes. El usuario recupera su capital inicial en el momento en que decide abandonar la vivienda.

Pero hay otros factores que hacen de la cooperativa una manera alternativa de obtener una casa. La atención hacia la tipología del futuro usuario y su implicación en el proyecto se hacen patentes desde las fases iniciales.

«Una de las mayores singularidades y potencialidades del modelo de vivienda cooperativa es la implicación como futuros/as usuarios/as de manera activa en el desarrollo de las diferentes fases del proceso de promoción: creación de una organización social, toma de decisiones de forma colectiva, co-diseño, etc. Son procesos democráticos de autoorganización y cooperación donde las socias y socios toman un rol de centralidad. En este sentido, la gestión participativa tanto del proceso como de su resultado toma una gran relevancia.” afirman desde la cooperativa Sostre Cívic.

Para el concurso ya se realizó una diagnosis socioeconómica del grupo de habitantes y un proceso participativo que llevó a una propuesta de consenso, donde el usuario y la comunidad juegan un papel principal, y el edificio es la infraestructura que los acompaña y debe permitirles evolucionar libremente desde 3 ámbitos sociales: el barrio, la comunidad, y las viviendas. Con estos datos, el proyecto ha partido de un posicionamiento realista, poniendo el punto de mira en el gasto inicial de la construcción y el uso del edificio en su vida útil, pensando en la repercusión económica final del usuario.

Las viviendas se diseñan a partir de una retícula de piezas de 16m² diáfanos coincidente con la estructura de madera contralaminada. Estas piezas permiten divisiones y distribuciones muy diversas, dejando al usuario decidir sobre sus espacios. Cada vivienda parte una base de 50m² totalmente equipada, correspondiendo a las tipologías pequeñas. Esta unidad básica se puede ampliar una o dos piezas más. Estas piezas son cedidas por la cooperativa a las unidades familiares que lo necesiten en cada momento. Esta propuesta es viable por el hecho que la gestión del edificio es responsabilidad de la misma comunidad. Una de las 20 viviendas se destina a piso puente para familias en proceso de reinserción social.

El edificio cuenta con espacios flexibles y polivalentes que evolucionan con el grupo en función de los cambios tanto de las unidades de convivencia como de las propias personas que habitan el edificio: incorporación de nuevos miembros, nacimientos, procesos de crecimiento de los niños-adolescentes, procesos de envejecimiento de los adultos, etc.

Del proceso participativo inicial se extrae un programa de espacios comunitarios. Estos son distribuidos en altura en todas las plantas del edificio, tomando un carácter diferente según el uso de cada espacio. Se ha buscado que los espacios comunitarios y las circulaciones potencien las relaciones humanas, los encuentros espontáneos y las actividades de la cooperativa en todo el edificio.

En la planta baja se encuentran la cocina-comedor comunitaria, espacio para bicicletas/taller abierto en el barrio, el vestíbulo y dos locales comerciales que gestionará la cooperativa. Para el resto de plantas, se distribuye el programa de piezas de pequeño formato, potenciando las circulaciones internas (sala polivalente de invierno, coworking y biblioteca, habitaciones de invitados, espacio de curas y lavandería).

Finalmente está la cubierta, totalmente accesible, que se entiende como el espacio exterior de la cooperativa. Una terraza de más de 300m2 que las vecinas pueden equipar con huertos productivos, espacio de sombra y recreo. Las circulaciones acompañan siempre los espacios comunitarios, que son abiertos, ventilados y soleados, queriendo dignificar estos lugares, a menudo minimizados, entendiéndolos cómo puntos de socialización y de reposo.

En cuanto a su estructura, el edificio tiene 2 tipologías distintas que optimizan las funciones de cada material, coste, rapidez de construcción e impacto ambiental. En contacto con el terreno y la calle se plantea estructura de hormigón armado (mínimo material mineral). Para las viviendas y espacios comunitarios se propone estructura de madera contralaminada, ofreciendo confort, espacios saludables y teniendo un impacto ambiental muy positivo en el conjunto.  Es un edificio ligero, donde predominan los materiales reutilizables y desmontables. En lo que refiere al consumo del edificio, se pretende que actúe como un “refugio contra la pobreza energética” y que la inversión para obtener confort en las viviendas se reduzca más de un 50%. La estrategia principal consiste en la reducción de la demanda en todos los consumos del edificio, ofreciendo un buen confort climático y acústico equitativo a pesar de las diferentes condiciones de cada planta, por lo que el edificio presenta una sección cambiante.

Las acciones que se han implementado para lograr este objetivo son:

  • Compactación de las zonas climatizadas, haciendo viviendas sobre aislados, con mínimas pérdidas energéticas. Para los meses fríos se cuenta con un recuperador de calor y para los calurosos con buena ventilación cruzada y una piel exterior de protección solar en el sur. Los espacios de circulación quedan abiertos.
  • Optimización de la captación solar. Se busca máxima captación solar en las plantas 1, 2 y 3 y se protege las plantas 4 y 5 del exceso de radiación.
  • El paso a la fachada a la calle actúa como almohada acústica de las plantas bajas, y el paso a la fachada interior actúa como protección solar.
  • Centralización de las instalaciones para facilitar el mantenimiento, mejorar la eficiencia de los sistemas y minimizar costes.

La infraestructura de instalaciones es perfectible, dejando previsión para sistemas que en un futuro puedan mejorar la autonomía del edificio. Desde un inicio el edificio cuenta con la infraestructura para colocación de placas fotovoltaicas y las canalizaciones para poner un sistema de recuperación de aguas grises, sujeta a una futura inversión según las posibilidades de la cooperativa.

La climatización y generación de agua caliente sanitaria se realizan por medio de un sistema de geotermia que permite obtener el confort con el mínimo coste energético e impacto ambiental. Este sistema también permite hacer “free-cooling” y refrigerar los pisos durante los meses cálidos sin aportación energética, solo con la circulación de agua refrescada por el mismo terreno. Se realiza a partir de paneles de arcilla radiantes. De este modo, se saca el máximo rendimiento a la geotermia con un sistema que trabaja en baja temperatura. Además, la arcilla trabaja como material hidroregulante.

Según manifiestan desde la cooperativa de arquitectos «la vivienda cooperativa en cesión de uso es un modelo que está establecido en varios países como una alternativa al mercado inmobiliario convencional. En Barcelona o Catalunya es un modelo que ha resurgido, buscando estrategias compartidas con la administración para aliviar la presión y dar alternativas a la especulación inmobiliaria. Si analizamos el impacto en las ciudades, puede resultar una herramienta para combatir la gentrificación y dinamizar la comunidad vecinal, así como experimentar con nuevas formas de convivencia más colectivas y concienciadas del impacto que tenemos como sociedad en temas como el consumo o la movilidad.»

COOPERATIVA DE VIVIENDAS LA BALMA (BARCELONA, ESPAÑA)

Arquitectura: laboqueria taller d’arquitectura y Lacol arquitectura cooperativa Arquitectura Técnica: Arrevolt Asesoría Ambiental: Societat Orgànica Ing. Instalaciones: Arkenova Constructora: La Constructiva Promotora: Sostre Cívic + Grup La Balma Acompañamiento del grupo/cohesión de grupo/ toma de conciencia/trabajo de grupo: Matriu Ubicación: Barcelona Fecha de inicio: 2018 Fecha de fin: 2021 Fotografías: Milena Villalba