Un equipamiento cuyo diseño libera impacto visual y aporta espacio público a la ciudad. La densidad del emplazamiento, las reducidas dimensiones del solar y la gran magnitud del programa, se han contrarrestado con una útil solución proyectual que ha consistido en semienterrar el equipamiento -avalado con el certificado Leed Gold.

El proyecto de los arquitectos Albert Salazar Junyent y Joan Carles Navarro (socios de AIA), de Antoni Barceló y Bárbara Balanzó (integrantes del estudio catalán Barceló-Balanzó arquitectes) y del arquitecto Gustau Gili Galfetti para la construcción del equipamiento municipal Camp del Ferro en el barrio de la Sagrera (Barcelona) obtuvo el primer premio en el concurso público convocado por BIMSA en 2015. La obra, con una superficie de 7.237 m2, inició su construcción en 2017 y ahora, recientemente inaugurada, dota al distrito de Sant Andreu de un equipamiento que engloba 3 pistas polideportivas, así como un espacio público que mejora la accesibilidad y la conexión a la nueva infraestructura.

La densidad del emplazamiento, las reducidas dimensiones del solar y la gran magnitud del programa –a priori, problemáticas del encargo–, se han contrarrestado con una útil solución proyectual que ha consistido en semienterrar el equipamiento. Decisiones como la volumetría del edificio, el uso de celosías para la protección solar o la existencia de ventilaciones cruzadas, han minimizado los requerimientos energéticos del edificio, siendo avalado con el certificado Leed Gold.

Dada la gran volumetría que el extenso programa funcional de Camp del Ferro precisa, en relación a la reducida dimensión del solar y la densidad de edificación próxima, el equipo de arquitectos, tras ponderar ventajas e inconvenientes, optó por semienterrar una parte importante del complejo polideportivo. Actuación que, mediante mecanismos de sección, aseguró la buena iluminación, la ventilación natural así como, el cómodo acceso o evacuación de las zonas inferiores. Una decisión proyectual que, además, ha ocasionado notables beneficios tanto al equipamiento, como al barrio y a la ciudad, ya que, a parte de reducir el impacto visual, ha generado un espacio público que actúa como foyer urbano del complejo y facilita la circulación de personas. Un área libre que resulta imprescindible y resuelve  cómodamente el acceso y la complicada trama urbana del enclave.

En cuanto al proceso constructivo empleado, éste nace de entender la recuperación de la memoria de las tradiciones locales a partir del uso de un material como la cerámica, muy frecuente en antiguas fábricas, almacenes, talleres o naves industriales vecinas. De modo que,
siguiendo criterios de austeridad de recursos y medios, el propio sistema constructivo constituye, en gran parte del edificio, el acabado final del mismo, evitando elementos sobrepuestos. Tal y como sucede en las fachadas que se materializan de obra vista, material que asegura un buen envejecimiento y larga duración. A su vez, con el objetivo de aligerar el conjunto en todas las fachadas, se alternan vacíos y llenos, partes opacas, traslúcidas o transparentes, piezas cerámicas de formatos y colores diversos.

Por su parte, la organización de las diferentes áreas del programa es muy clara en la sección longitudinal del edificio y en planta, donde se observa, no solo la superposición de las pistas deportivas sino también, la disposición de un cuerpo central que contiene todo el programa de más pequeña escala (servicios, almacenes, dependencias auxiliares…), circulaciones (verticales y horizontales) e instalaciones. Es decir, se plantea un volumen compacto que separa en planta las piezas de gran escala.

Por último, incidir en que otra consecuencia deliberada e intrínseca de semienterrar parte de la edificación que alberga el polideportivo de Camp del Ferro han sido las mejoras energéticas y medioambientales. Por una parte, al menguar la superficie expuesta ha aumentado la inercia térmica del conjunto. Por otra, gran parte de la superficie goza de luz natural controlada, a través de las grandes aperturas vidriadas y claraboyas protegidas por celosías de cerámica y especies vegetales que eluden la entrada directa de luz del sol y evitan deslumbramientos en las pistas.

A su vez, la morfología y la situación de los diferentes espacios que conforman el edificio hacen que la ventilación cruzada y la estratificación sean los mecanismos naturales del tratamiento térmico. Los sistemas de producción energética funcionan con ayuda de energías renovables, se ha previsto la optimización del uso y el consumo del agua, se han establecido técnicas eficientes para un uso racional de la energía y, en su construcción y diseño, se ha reducido al máximo la huella ecológica. Soluciones todas ellas que han comportado que el nuevo equipamiento haya sido calificado con la certificación Leed Gold.

SOBRE LOS AUTORES
AIA, es un estudio de arquitectura y de ingeniería fundado y dirigido, desde hace 30 años, por los arquitectos Albert Salazar y Juan Carlos Navarro que cuenta con un equipo multidisciplinar de 30 técnicos –arquitectos, ingenieros y consultores especializados– que les permite abordar los proyectos desde el primer boceto, hasta la conclusión de la obra, y el posterior seguimiento de la vida útil del edificio. Su compromiso medioambiental y los criterios de eficiencia energética que aplican les ha llevado a obtener varios premios.

Barceló-Balanzó arquitectes, fundado en 1997 por los arquitectos Antoni Barceló y Bárbara Balanzó, es un despacho con gran experiencia en proyectos complejos de diversas tipologías, que dedica especial atención a los vínculos que se establecen entre la arquitectura, la economía y el medioambiente, adquiriendo un compromiso profesional con el cliente y la sociedad. El estudio apuesta decididamente por la creatividad, la innovación y la investigación, como motores para la optimización, evolución y mejora de la arquitectura, integrando estratégicamente a todos los agentes implicados, como parte inherente del proceso arquitectónico.

Gustau Gili Galfetti es arquitecto por la ETSAB (1990). Compagina la práctica de la profesión con labores docentes y editoriales de arquitectura. Como arquitecto ha trabajado principalmente en viviendas y equipamientos, ha sido profesor en la escuela Elisava, UIC, ETH Zurich y desde 2001 es profesor del Departamento de Proyectos de la ETSAB.

Fotos: José Hevia

Fotos: Simón García