Este edificio de alojamiento flexible con 847 apartamentos y estudios y grandes zonas comunes en Rivas-Vaciamadrid con sus más de 50.000 m2 es uno de los mayores desarrollos de esta nueva manera de vivir en comunidad, con toda la intimidad de una vivienda pero todos los servicios de un hotel, y donde te puedes alojar desde 1 días hasta 360. Todo el concepto del diseño Be Casa, interiorismo, arquitectura interior y gráfica de zonas comunes  ha dio realizado por Alfaro-Manrique Atelier para Greystar.


Un paisaje interior que dé continuidad a la ciudad acercándonos paulatinamente a la domesticidad que ofrece; un ágora interior que apoye sutilmente la interacción entre los usuarios como lugar de encuentro, de pertenencia; un oasis en que la narrativa, las imágenes, las texturas, la luz y la vegetación doten a los espacios de calma y de una manera de vivir dinámica pero sosegada dentro del valor a los cuidados propios y ajenos. A todos estos aspectos aspira el diseño interior de los ámbitos públicos y comunes del edificio Be Casa.

Be Casa es un nuevo modelo de alojamiento en que el valor que ofrece el diseño de las zonas comunes va íntimamente ligado a la marca que las promueve. Las zonas comunes en Be Casa de Rivas se hilvanan con la escala de la arquitectura generando espacios diseminados tanto en el interior como en el exterior y con identidad propia que marquen lugares en el complejo hotelero.

Las seis zonas troncales componen las principales ametinies del proyecto; el vestíbulo, el salón social, el ámbito de coworking, el gimnasio exterior como zona de calistenia y el interior con sala de yoga; y el magnífico rooftop; zonas que se complementan con otras zonas comunes de menor escala y diseminadas por el conjunto y que también participan de la identidad del lugar y de la vocación de lugares de encuentro, éstas serían las lavanderías y zona de spa para mascotas, así como las terrazas abiertas a la piscina, el gran jardín interior y los corredores interiores.

El vestíbulo, de mayor escala y dotado de una calidez que le aporta un manto de lamas de madera a modo de telón de acceso sobre fondo cerámico en verde y de gran carácter escenográfico tras un dinámico ámbito de recepción fabricado en madera y granito que reinterpreta formalmente la fachada del edificio.

Sobre este ámbito del vestíbulo la domesticidad se hace presente en el salón social, un magnífico espacio abierto alrededor de un elemento escultórico a modo de chimenea, lugar de encuentro, de comunidad en torno a un centro cálido reinterpretando la tradición del hogar. Los sofás y elementos de descanso se diseminan a su alrededor generando innumerables rincones heterogéneos tratados de diferentes maneras, diferentes maneras de iluminar, diferentes texturas, diferentes maneras de relajarse, diferentes cromatismos.

Varios corredores comunican estos ámbitos con el resto del edificio, pasillos a modo de calles interiores que continúen esa urbanidad por el interior del edificio.

El coworking, situado en otro ámbito social del edificio diferente al del acceso, es un vergel, un bosque de madera y cerámica verde, un espacio heterogéneo revestido en maderas, con vegetación pautando diferentes espacios, generando intimidades, con iluminación particularizada para cada uso, desde mesas comunales para trabajar en común hasta urnas tapizadas y de madera para aislarse, desde la pequeña biblioteca donde leer la prensa, hasta las mesa alta abierta al exterior para cortos momentos de trabajo. El coworking, casi un lugar de paso, pero articulado mediante el diseño para ofrecer varias jerarquías de privacidad.

El inmenso rooftop se dispone sobre casi el total del conjunto del edificio. Un magnífico espacio lineal en que el diseño ha reinterpretado las praderas verdes que rodean Madrid y en las que la ciudadanía disfruta de esos días soleados a partir de primavera, reinterpretar aquellas estampas goyescas de hedonismo, tranquilidad y placidez. Llevar el paisaje circundante al interior del edificio, a su cubierta. De nuevo el lugar volcado en el interior del edificio.

El gimnasio exterior, un ámbito para practicar la calistenia, pero no solo eso, sino un espacio de reunión exterior, un pequeño teatro, un lugar para mirarse y conocerse, un lugar de encuentro que dota de identidad al gran jardín interior.

En conjunto, espacios diseminados en un complejo de alojamiento, que lo dotan de identidad, que lo hacen lugar de comunidad, pero también de espacio para el desarrollo como individuo en favor de un lugar de sosiego, nuevas formas de vivir la individualidad en relación a la colectividad.

El mobiliario ha sido diseñado casi en su totalidad por Alfaro-Manrique Atelier, incluyendo las piezas que son casi esculturas como la gran chimenea, el mueble de recepción o las cabinas del coworking.

También la iluminación, siempre una clave diferenciadora en nuestros proyectos, fue un reto de diseño, al ser nuevamente diseño de nuestro equipo las piezas más especiales, con lámparas exclusivas para el edificio como la de recepción o los sistemas de iluminación entre lamas en coworking o zonas de gym exterior.

Todo un mundo interior pero vinculado al lugar y al exterior, a generar ese oasis propio pero que al mismo tiempo genera la vida en comunidad tan apreciada en nuestra cultura; el barrio, la calle, la plaza, recreadas con un filtro de diseño contemporáneo.

Fotos: Imagen Subliminal