PROYECTO: Green Roof Garden en una finca rehabilitada de Poblenou (Barcelona)
ARQUITECTO: Arquitectura-G
CIUDAD: Poblenou (Barcelona)
TIPOLOGÍA: Rehabilitación

Un jardín tropical en medio del barrio industrial de Poblenou

La intervención consigue armar un bello espacio ajardinado, recuperando un lugar que fue abandonándose paulatinamente por falta de uso y conviertiéndolo en un auténtico vergel tropical.

Se trata de una finca recién rehabilitada por el despacho Arquitectura-G, que contó con Esther Ribas como paisajista. En su pequeña azotea, típica de Barcelona, con pavimento de capas de “rajola”, fuertes pendientes a dos aguas y paredes verticales de ladrillo, se consigue armar un bello espacio ajardinado, recuperando un lugar que fue abandonándose paulatinamente por la falta de uso y convirtiéndolo así en un auténtico vergel tropical.

Buscando la imagen del paraíso perdido, se incorporan plantas de gran porte, palmeras y hojas de verde intenso. Para crear este ambiente natural hay que controlar la humedad y crear un microclima con una buena densidad de plantas, la mayoría propias del sotobosque de los bosques tropicales o subtropicales, y a la vez especies de mayor porte que puedan adaptarse a la fuerte insolación de los veranos.

El ambiente planificado es por ello más bien cerrado y semisombreado. El proyecto incorpora un banco perimetral planteado por los arquitectos que ya marca la estructura del mismo, pues la gran jardinera sigue la misma forma perimetral. Su sección permite un gran volumen de tierra, fundamental para conseguir el volumen deseado de verde.

Impacto del proyecto

El proyecto tiene un impacto directo en cuanto al desarrollo de una arquitectura sostenible en la ciudad de Barcelona, desde un ámbito más privado y menos público. La idea de aprovechar un espacio abandonado como la azotea y reconvertirla totalmente en un espacio vivo y “verde” con todos los beneficios que éste incluye (mejor regulación de la temperatura del edificio, reducción de la contaminación atmosférica, aumento de la biodiversidad, lo que significa una gran mejora ambiental) afecta también de forma directa en la calidad de vida de las personas que viven en la ciudad, los propietarios, los vecinos, pues es sin duda un espacio de desasosiego, de calma, y el estar rodeados de verde aumenta el bienestar general.

El aprovechamiento de estos pequeños espacios aumenta la resiliencia de la ciudad. Barcelona es una ciudad densa con muchas terrazas, balcones, azoteas y espacios intersticiales abandonados. Antiguamente estos espacios eran comúnmente utilizados para tender la ropa, para jugar, para celebrar fiestas y verbenas, y eran verdaderos espacios de socialización.

En este sentido, los edificios deben contribuir a este fenómeno de aprovechamiento de terrazas y azoteas desde el inicio del proyecto, con soluciones más o menos sencillas o ingeniosas. Se trata de espacios seguros, de descongestión, que además gozan de muy buenas vistas de la ciudad. Puntos sin duda a revalorizar en el futuro desde las ideas y también desde los proyectos de arquitectura y paisajismo.